Renovación de la consagración al Sagrado Corazón de Jesús

San Luis (AICA): El viernes 3 de junio el obispo de San Luis, monseñor Pedro Daniel Martínez Perea, renovó la consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús y presidió las fiestas patronales en su honor en dos comunidades: San Luis y Villa Mercedes. En su homilía el obispo invitó a experimentar “el amor misericordioso de Dios, que se entrega sin esperar nada a cambio, y que siempre nos está esperando para perdonarnos”. Llamó a “imprimir como un sello la certeza de que Dios nos ama, y a vivir siempre confiados en su amor para ser capaces de comunicarlo a los demás”.
El viernes 3 de junio el obispo de San Luis, monseñor Pedro Daniel Martínez Perea, renovó la consagración de la diócesis al Sagrado Corazón de Jesús. Lo hizo durante las celebraciones patronales en dos comunidades. Por la mañana en la capilla del Sagrado Corazón de Jesús del colegio San Luis Gonzaga, San Luis, y por la tarde en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús de Villa Mercedes.

En su homilía, el Pastor expresó que esta fiesta del Sagrado Corazón resumía todo el significado del Año de la Misericordia. “Por Santa Margarita María de Alacoque sabemos que este es el Corazón que tanto amó al mundo”.

El obispo explicó el significado y el alcance del amor de Dios derramado en nosotros por el Espíritu Santo y animó a los presentes destacando que “si tanto nos amó Dios cuando éramos pecadores, más ahora que estamos justificados”. Expresó que el amor es mutua comunicación de bienes, es la amistad, es dar algo sin esperar a cambio, es darse. “Así Dios se da a sí mismo, para que podamos participar de la felicidad eterna, y Él no espera nada a cambio”.

El prelado enfatizó que “no hay pecado que no se pueda perdonar. Dios no sería Dios si no quisiera perdonarlo. Lo que más le duele a Dios es que no confíen en su amor. Dios nos ama, que esta idea se nos imprima como un sello en el día de hoy”.

El obispo llamó a no perder el sentido del pecado, como ofensa a Dios, porque sin la conciencia de pecado, no hay lugar para la misericordia.

“Cuando pecamos -dijo el obispo-, a veces la soberbia nos come por adentro, y nos encerramos en un infierno interior, sólo por no pedir perdón. Y Dios nos está esperando siempre. ¡Qué felicidad ser perdonados! Pase lo que pase en la vida, nunca se olviden de pedir perdón a Dios, como el Rey David, como el Buen Ladrón, decir: pequé, pero quiero ser bueno. Sepamos valorar que la felicidad eterna se puede alcanzar por el bautismo y la disposición de la gracia de Dios”.

En el colegio San Luis Gonzaga agradeció y bendijo a sus fundadoras y a toda la comunidad educativa que continuó su obra.

En Villa Mercedes bendijo de modo especial a los sacerdotes de la diócesis, y recordó a los presbíteros Miguel García y Miguel Ángel Russo Granero que participaron del Jubileo Sacerdotal por el Año de la Misericordia en Roma.

Monseñor Martínez Perea concluyó rogando “que el Sagrado Corazón de Jesús cambie nuestro corazón y no deje de darnos su misericordia. Que aprendamos de Él a dar ese mismo amor a los demás”.+

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