Mons. Gimeno Lahoz anima a "ser una Iglesia de la escucha, sinodal, misionera, servicial"
De origen español, el obispo llegó a la Argentina en 1974 como misionero de la Obra de Cooperación Sacerdotal para Hispanoamérica , OCSHA, para trabajar en la diócesis de Azul y después en la de Comodoro Rivadavia, donde es obispo desde 2010.
En sus 45 años de presencia, ha ido conociendo la vida de la sociedad y de la Iglesia argentina, que vive hoy en medio de esperanzas y desafíos, por la disminución en las vocaciones y en la práctica religiosa.
El prelado define al Papa Francisco como alguien “cercano, muy amante de Jesucristo, muy jugado por la Iglesia universal, pero especialmente preocupado por los pobres, y de manera significativa por los migrantes”, que no siempre es entendido dentro de la propia Iglesia, de la que espera “que sea servidora y misionera”. En cuanto a su esperada visita a la Argentina, considera: “La grieta que nos divide a los argentinos, no se achicará con su venida, sino que se agrandara por el uso político que alguno quisiera hacer”.
Su diócesis, como toda la Patagonia argentina, está formada por gente que “ha sido bautizada, pero poco evangelizada”, reconoce, con una población aluvional, lo que “hace que en la Patagonia no haya raíces”, hecho que dificulta generar Iglesia “porque falta una identidad”, a lo que se une la desunión familiar, que impide que surjan vocaciones.
Monseñor Gimeno Lahoz, destaca los problemas relacionados con el cuidado de la Casa Común en la región, derivados de mega minería a cielo abierto, lo que ha unido a diversas Iglesias y colectivos sociales. Estas empresas se instalan en lugares de comunidades aborígenes, principalmente mapuches, entre los que él vivió diez años, lo que ha acabado con la tierra en lugares donde cada vez queda menos gente.
¿Cuál es la realidad que usted percibe en la Iglesia argentina?
La realidad que percibimos hoy es una realidad por un lado esperanzadora y por otro con muchos desafíos. Esperanzadora porque hay todavía una confianza grande en la Iglesia, sobre todo en el tema social, y por otro lado muy llena de desafíos porque tenemos muy pocas vocaciones, la práctica religiosa es menor y esto nos desafía de verdad a formar mejor a los laicos que tenemos para que asuman mejor su responsabilidad, que gracias a Dios, los que tenemos, tienen conciencia de ser discípulos misioneros, que hay que salir a las periferias de todo tipo y hay un seguimiento del Papa Francisco, de su mensaje, importante, sobre todo en la Iglesia argentina. Quizás otros poderes lo quieren usar de otra manera y quizás ese sea el motivo por el cual él no nos ha venido a visitar.
¿Cuál es el sentimiento que el Papa Francisco genera en la Iglesia argentina?
Primero fue un sentimiento realmente de una alegría, de una sorpresa, incluso para nosotros que estábamos más o menos cerca. Realmente se produjo, esa Semana Santa, una mayor participación de fieles en todos los actos y celebraciones, se respiraba un aire distinto. Con el correr de los años, el hecho de que no haya venido a visitarnos, a un sector de la población le ha caído, y le cae, bastante mal.
Es cierto que a lo mejor se han usado fotografías muy políticamente, y eso hace que, es mi visión particular, su venida se demora justamente porque la grieta que nos divide a los argentinos, no se achicará con su venida, sino que se agrandara por el uso político que alguno quisiera hacer. Yo creo que eso es lo que mantiene en esa distancia, porque él es argentino, se siente argentino, pastor de la Iglesia universal, pero uno lo ve que cuando puede hablar el español de Buenos Aires, se expresa con una sencillez, con una naturalidad, que muchas veces, de otra manera, no es tan notable.
¿En qué se parece y en qué es diferente Francisco de Bergoglio?
Uno veía al cardenal siempre muy serio, como cuando celebra misa ahora como Papa, porque yo también le dije en una entrevista personal, ¿cómo se te ve tan alegre siempre, cuando vas saludando a la gente, sea en la Plaza San Pedro, sea donde sea, y en la celebración de la misa es tan seria tu cara? No me contestó, así que no te puedo decir, pero varios me lo decían, ¿qué pasa con el Papa cuando celebra y cuando está fuera? Se diferencia en que verdaderamente uno lo ve preocupado, pero feliz.
Le preguntaba si podía descansar bien, y dijo que realmente Dios es muy bueno conmigo, porque duermo muy bien. Hay muchos problemas en la Iglesia, hay muchos problemas en el mundo, pero puedo descansar bien. La hora de adoración al Santísimo la hace siempre, cuando está de vacaciones sólo respeta el horario de las comidas. Nosotros le pedimos que si podíamos celebrar misa con él y nos dijo: “Ya celebré a las cuatro y media de la mañana, no tengo horario cuando estoy de vacaciones”.
Es un hombre de una profunda piedad, muy amante de la Eucaristía, y sobre todo ha sido siempre muy cercano, que es lo que ha llamado la atención en Buenos Aires y al mundo entero. Él, en Buenos Aires, nunca dejó que un sacerdote fuera a buscarlo al arzobispado, sino que él iba en los medios públicos de transporte hasta las parroquias, y por eso decía la gente que estuve con el Papa en la parada del autobús un día que salía de confirmar, yo había estado también, y después estábamos en la fila del autobús, siempre fue cercano. Y siempre fue muy independiente, entre comillas, para movilizarse, para ir al encuentro de la gente, que no sabemos cuántos se habrán encontrado con él. Aparecieron muchos testimonios, pero realmente eso mostraba una cercanía que, de afuera, a lo mejor no la veíamos.
De hecho, hay imágenes que demuestran eso, como es el hecho de que él cargue su maletín, andar sólo por el Vaticano, sin nadie protegiéndolo. ¿Qué puede significar eso en la Iglesia actual, todavía más teniendo en cuenta que una de sus primeras frases fue quiero una Iglesia pobre y para los pobres?
Significa primero, una frase que él usa mucho, que nadie se la crea, que nadie se suba al pedestal, porque es Papa, es obispo o es cura. Eso es lo que ha hecho, lo que hacía cuando era sacerdote, cuando era obispo, lo sigue haciendo: Llevar sus cosas personales, que no son muchas, por eso caben en esa cartera que le vemos llevar, y además lo va a seguir haciendo mientras las fuerzas le den. ¿Qué nos está significando a todos? que somos servidores, que somos pastores, no somos patrones que tenemos veinte alrededor para que nos hagan las cosas, para que nos las faciliten, al contrario, somos servidores de nuestros servidores también.
El Papa lo hace, lo vive, y espera de la Iglesia que sea servidora y misionera. Por eso, habló de la Iglesia de los pobres y para los pobres, como sorprendió a todo el mundo pidiendo la bendición en la Plaza San Pedro cuando se presenta como Francisco. Tenemos un Papa cercano, muy amante de Jesucristo, muy jugado por la Iglesia universal, pero especialmente preocupado por los pobres, y de manera significativa por los migrantes. Para él, el cementerio del Mediterráneo es un dolor de corazón muy fuerte, como lo es, en otro sentido, lo que sucede en las guerras de Medio Oriente y lo que está pasando en América Central. Son dolores muy fuertes que tiene él y que realmente le hacen sufrir.
¿Por qué cuesta tanto asumir eso a parte del episcopado y del clero, que en algunos casos, no entienden esa forma de ser pastor?
Cada uno tenemos nuestra vivencia de Iglesia, y cuando viene alguien y te dice que la Iglesia hay que vivirla de otra manera, es la misma Iglesia, pero hay que vivirla de otra manera, hay reticencias, hay otro que significa bajarse del pedestal, hay otro que significa yo no puedo vivir así, hay otro que dice por qué tengo que vivir así, si el Papa es el Papa, que haga lo que quiera, pero yo también soy responsable en lo que estoy haciendo.
Él ha mostrado con su testimonio un estilo de ser Iglesia que, evidentemente, hay sectores de la Iglesia, que no lo asumen, que les gustaría más un Papa que condenara, que hablara fuerte, y no. Personalmente, cuando he tenido la oportunidad de estar con él, está más interesado en lo que le puedas decir, por eso te hace preguntas constantemente, que en lo que pueda decir él, que seguro tenga muchas más cosas y más importantes que decirte, pero si no le preguntas, lo que hace es escucharte, y eso es muy importante.
Ponernos en una Iglesia que escucha, que está atenta y que a veces no va a poder ofrecer soluciones, pero por lo menos ha dedicado tiempo, ha escuchado los problemas de la gente y los ha compartido. Si se puede hacer un poquito más, bendito sea Dios, pero a veces no. Jesús no solucionó la enfermedad de todos, fue de algunos, y es Jesús, el Hijo de Dios Vivo. Creo que ha caído mal en cierto sector de la Curia Romana, de hecho le cuesta asumir que un Papa sea como es, y en cierto sector de la Iglesia también, porque la Iglesia tenía que mostrarse con más poder, con todo aquello que no es propio de la Iglesia de Jesucristo.
Es verdad que él insiste mucho en esa actitud de escucha. ¿Eso podría marcar una nueva época dentro de la Iglesia católica, insistiendo más en la necesidad de escuchar que de imponer una doctrina, una forma de entender la vida?
Seguro, seguro. Es decir, la Iglesia tiene que proponer, pero creo que para proponer antes tiene que escuchar. Una prueba de este cambio que se está dando es la cantidad de sínodos diocesanos que se están realizando, a partir de que él también habló de la Iglesia sinodal, que no es nada nuevo, pero estaba como escondido. Nosotros llevamos dos años preparando el primer sínodo de Comodoro y prácticamente, hasta ahora, hemos hecho rezar y consultar a la gente, para ver cuáles son los desafíos que tenemos hoy, que tiene la sociedad y que tiene la Iglesia, y pedir sugerencias para esos desafíos.
Es un lindo trabajo, porque hay gente que te dice “han venido a escucharnos, tienen en cuenta lo que estamos diciendo, lo que estamos escribiendo”. Y esta es la Iglesia de Jesús, es decir, Jesús primero qué les dijo a los de Emaús, de qué estaban hablando, es decir, Él nos indica que a nadie hay que darle respuestas a preguntas que no hace. Esto el Papa lo tiene muy claro también, a veces nosotros lo tenemos tan claro todo, que oscurecemos la poca verdad que pueda tener el otro y la poca verdad que podamos transmitir nosotros. Tiene que ser una Iglesia de la escucha, sinodal, misionera, servicial, todo aquello que la va a hacer mucho más libre.
¿Cómo es la Iglesia de Comodoro?
La Iglesia de Comodoro es una Iglesia verdaderamente misionera, porque la Patagonia, en general, ha sido bautizada, pero poco evangelizada. Los misioneros en el siglo XIX pasaban, bautizaban, iban a veces, por los peligros de la época, con las fuerzas, siempre en una actitud muy misionera, muy de defender, pero eran otros tiempos, uno no puede juzgar eso hoy en día. Se bautizó mucho, pero evangelizar poco.
Otro problema que tenemos en la Patagonia es que es una población aluvional, es decir, Comodoro tenía hace 50 años sesenta mil habitantes y ahora tiene más de trescientos mil. Es gente que ha venido de Argentina, de otras provincias del norte, pero han venido de Bolivia, de Chile, es la mayor inmigración que hay en la Patagonia, de Paraguay, de Perú, ahora de Venezuela. El pueblo argentino siempre ha sido muy acogedor, pero todo esto hace que en la Patagonia no haya raíces. Es muy difícil, en un lugar que no hay raíces comunitarias, generar Iglesia, porque falta una identidad.
Hacemos todos los esfuerzos en las comunidades para tener una acogida mejor a los que vienen de fuera, pero normalmente los que vienen, lo hacen pensando en irse en cuatro o cinco años, una vez que han hecho un poco lo que venían a buscar, regresan, y eso es muy difícil. Eso transmite mucha desunión familiar, como pasa en el resto, pero acá más adelantada, porque yo recuerdo que estuve en el 84 y ya me llamaba la atención la cantidad de matrimonios rotos.
Si no hay una estabilidad familiar, las vocaciones son muy difíciles, y a parte, a los jóvenes, hoy por hoy, tienen muchas luces que les encandilan y no les dejan ver lo que hay alrededor y lo que tenemos que hacer es que se encuentren con la Luz, que es Jesús, y ver lo que pasa a su alrededor, para ver qué respuesta pueden dar ellos.
¿Cómo se resuelve esa falta de vocaciones?
Buena pregunta. Si supiera la respuesta, lo estaría ya haciendo. Yo le digo al Señor, "Mira que son tus ovejas, no son las mías". Entonces, rueguen al dueño de la mies, y lo hacemos. Después si hay lugar para los jóvenes en nuestras casas parroquiales y en nuestros templos, se les da el lugar que deben tener, quizás eso ayude también a que aquel que siente un llamado particular, encuentre que tiene una comunidad que apoya, sostiene, anima, que es lo que necesita. Pero, normalmente, ¿Qué es lo que le pasa al joven cuando descubre algo así? Que todo el mundo le empieza a decir: ¿Te vas a meter en todo eso? Es como una opción que la sociedad está descartando, y eso nos está perjudicando muchísimo como Iglesia, porque nos faltan pastores y, a pesar de que el laicado está creciendo fuertemente en su compromiso, los pastores son necesarios también.
La Patagonia se ve amenazada por algunas situaciones que están presentes en las palabras del Papa Francisco, como es el tema de los pueblos originarios, las comunidades indígenas, el cuidado de la Casa Común. ¿Cómo está intentando responder a esos desafíos la Iglesia de la Patagonia?
Hace rato, con el tema de la mega minería a cielo abierto, los gobiernos, cuando se habla de eso, ya nos ven como enemigos de la mega minería. Aun diciendo que no somos especialistas en todo eso, pero hay que escuchar a quienes viven en el lugar y, por supuesto, pensar en las generaciones futuras y en el uso racional del agua. Eso ya llevamos muchos años escribiendo, cada vez que ha habido una posibilidad hemos manifestado nuestra opinión, no como técnicos, sino como pastores, porque técnicos ya los hay. Pastores somos, en este momento, nosotros.
Con el tema de la energía nuclear hubo también una gran oposición de la población en general, pero la Iglesia, todos los credos, participamos en ese no a la energía nuclear. Nos preocupa la mega minería, allá donde está, por ejemplo, en Santa Cruz, porque es un daño que se está haciendo a la naturaleza. Por eso, en la Patagonia se vive con mayor intensidad el tema de la defensa de la Casa Común. Pienso que igual el de Buenos Aires no lo ve tan fácil o no lo ve con tanta claridad, porque está a dos mil kilómetros, pero nosotros sí.
Eso tiene mucho que ver con las comunidades aborígenes, porque son las que están en esos lugares. Son muy despoblados, entonces tienen poca defensa con los votos, y es donde van las grandes empresas, no digo a usurpar, pero casi es lo mismo, pues después la tierra no sirve para nada. Sigue usándose el cianuro, que ahora parece que no se usa, o se usa menos, o se oculta que se usa. Eso uno no sabe hasta dónde y hasta cuándo puede realmente perjudicar.
Yo estuve diez años con los mapuches, ahí hay un gran amor a la tierra y recuerdo que una analfabeta, a quien le dije: “Dominga, ¿sabe que la frase que usted dijo en el encuentro de comunidades aborígenes es la que está en el calendario de Endepa?”. Dice, “No me diga, ¿y cómo es?”. “La tierra es nuestra Madre, sin ella somos huérfanos”. Eso está muy presente, debido a que son zonas en las que se han tenido muchos animales, y se termina con el campo, no eran las mejores zonas tampoco. Los jóvenes, como han tenido en la escuela internet, agua fría, agua caliente, cuando vuelven a sus casas, como no hay nada de eso, lo que hacen es irse a las grandes ciudades. Antes para encontrar abuelos solos, tenías que subir a la cordillera, ahora están al borde del camino, en la cordillera no hay nadie.+
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