Brochero “no separó el bien propio del bien de los otros”, recordó Mons. Araya
En su homilía, el obispo agradeció a Dios porque a través de los medios de comunicación, “podemos encontrarnos para rezar unos por otros, por la vida de todos, de los más débiles y los más afectados por la pandemia, por el personal sanitario, por las autoridades en los diversos ámbitos de la sociedad, y por todos los hombres y mujeres que hacen posible disminuir los riesgos de la pandemia”.
Recordando la figura del santo, relató: “El Santo Cura Brochero supo del cólera en Córdoba y conoció lo que era la lepra muy cerca de este santuario. Aquí, en este lugar, experimentó fuertemente la soledad”.
“¿Cómo vivió la soledad el Cura Brochero?”, planteó el obispo: “Él mismo escribía en octubre de 1913, pocos meses antes de morir, a un obispo amigo: ‘Es un grandísimo favor el que me ha hecho Dios nuestro Señor, me da la ocupación de buscar mi fin y de orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir hasta el fin del mundo’”.
“Esto dice un hombre santo que pasó la vida buscando a Dios y que en la soledad de la lepra y de la ceguera lo buscaba hasta el extremo, lo buscaba hasta el fin, enteramente, en cuerpo y alma. Como diría él mismo, lo buscaba rumiando la palabra de Jesús, día y noche; lo buscaba desgranando rosarios”, relató.
“La soledad de Brochero estaba llena de búsqueda de Dios, llena de la Palabra de Jesús. Era una soledad vivida en la cercanía materna de la Virgen María. Estaba solo y no dejaba de buscar y de orar. Una soledad llena de Dios y por esto mismo, una soledad llena de hermanos y de hermanas de todos los tiempos. Una soledad colmada de intercesión”, señaló.
“Oraba por los hombres que han de venir hasta el fin del mundo. Buscar y orar. Mientras más busca Brochero a Dios, mayor capacidad tiene para interceder por los hermanos. Ellos nunca fueron obstáculo en su búsqueda de Dios, siempre estuvieron con él, también en la última soledad”, aseguró.
“En Brochero la búsqueda de Dios no sólo conduce a la oración: conduce a los hermanos. Los hermanos están visiblemente presentes en su camino hacia el fin, hacia el cielo. Así vivió el cura, uniendo cielo y tierra, oración y trabajo, cuerpo y alma, persona y comunidad. No separó el bien propio del bien de los otros”, destacó.
Finalmente, el prelado anheló: “Ojalá que nosotros hagamos de este momento de dificultad un tiempo para la palabra de Dios, para rezar, para desgranar rosarios. Un tiempo para animarnos en la esperanza de los cristianos, esa esperanza que sabe experimentar lo difícil pero que tiene la certeza de que Dios siempre ayuda”.
Al finalizar la celebración, monseñor Araya se dirigió a la reliquia del “Cura Gaucho” que se encuentra en el santuario, para rezar por las intenciones de los fieles que este año no pudieron acudir a la misa.+
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