“Alégrense”, animó el Card. Poli al celebrar la Vigilia Pascual en la catedral primada

“Alégrense”, animó el Card. Poli al celebrar la Vigilia Pascual en la catedral primada

Buenos Aires (AICA): “La alegría cristiana es por esencia la alegría insondable, divina y humana del corazón de Cristo crucificado. Es un alegría que dura la vida entera”, anunció el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, al presidir la Vigilia Pascual el sábado 11 de abril, en la catedral primada de Buenos Aires a puertas cerradas, a causa de la pandemia del coronavirus.
En una celebración que tuvo lugar en la catedral primada de Buenos Aires a puertas cerradas, el cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, presidió la Vigilia Pascual el sábado 11 de abril, acompañado por sus obispos auxiliares, monseñor Enrique Eguía Seguí y monseñor Joaquín Mariano Sucunza, y por el párroco de la catedral, presbítero Alejandro Russo.

Al comenzar la homilía, el cardenal dio la bienvenida a los espectadores presentes a través de los medios digitales: “Nunca imaginamos una Vigilia Pascual con la catedral vacía, aunque nos consuela saber que estamos unidos espiritualmente”. “Aunque nos cuesta acostumbrarnos a este tiempo de prueba, Dios sabe que esperábamos el anuncio gozoso de la resurrección. Lo necesitábamos porque el lenguaje de la muerte es elocuente, pero el lenguaje de la vida es vencedor”, comenzó diciendo el cardenal.

Las divinas escrituras nos revelan un Dios que se enciende de ternura y revela la alianza a los primeros padres”, dijo el cardenal Poli al hacer referencia a las lecturas propias de la Vigilia Pascual. “La Pascua del Señor resucitado es el centro de la revelación como nos enseña el último libro de la Biblia: ‘Yo soy el alfa y el omega’”.

Luego se refirió al Evangelio según San Mateo, que ilustra a “dos de sus discípulas, María Magdalena y María, la madre de Santiago y de José, que fueron a visitar el sepulcro el primer día de la semana: ellas fueron las que recibieron el anuncio del ángel de todos los tiempos. Las dos constataron el sepulcro vacío. Y aunque la ausencia del cuerpo de Jesús puede explicarse de otro modo, para los discípulos fue el primer paso para aceptar la resurrección del Maestro”, indicó.

“El Señor resucitado con su cuerpo glorioso salió al centro de las dos mujeres que llevaron la noticia a los discípulos. Su primera palabra fue ‘alégrense’, cumpliendo la promesa hecha a sus discípulos: ‘Ahora ustedes están tristes, pero los volveré a ver y tendrán una alegría que nadie les podrá quitar’”, recordó el cardenal Poli.

“Alégrense”, volvió a repetir el arzobispo de Buenos Aires recordando las palabras de san Pablo VI: “La alegría cristiana es por esencia la alegría insondable, divina y humana del corazón de Cristo crucificado. Es un alegría que dura la vida entera cuando anunciamos que todos los que formamos la gran familia humana tienen sentido y destino en este mundo”.

Más adelante afirmó nuevamente: “El maestro a cada uno de nosotros nos dice: ‘alégrense’. Que nadie se sienta excluido de recibir la alegría gratuitamente como todo lo que viene de lo alto, porque es inmerecida e incondicional”, esa alegría que “nos libera de toda angustia y miedo”.

El cardenal Poli se refirió al tiempo de pandemia y confinamiento: “En estos días en los que en aislamiento social nos exige una convivencia inusual, no dejemos de buscar un encuentro con quien puede darnos paz y fortaleza, siguiendo el consejo del profeta Isaías: ‘Busquen al Señor mientras se dejan encontrar, llámenlo que está cerca’”.

Seguidamente, mencionó la renovación de las promesas bautismales que se realiza cada año en la celebración de la Pascua: “Hoy para adherirnos de corazón a este misterio que estamos celebrando, agradecemos el don de la fe que nos hace capaces de creerle a la escritura de que Jesús vive. Dios nos atrajo amorosamente en el momento del bautismo y nos infundió en el alma la caridad para que podamos amar de corazón, con todo nuestro espíritu y todo nuestro ser a Dios y a nuestro prójimo. Y nos hizo a hacer obras buenas. Hoy reconocemos que se nos ha dado la virtud de la esperanza, pero lo que nunca podremos agradecer es la enorme dicha de convertirnos en hijos de la resurrección”, mencionó al recordar la lectura de la carta de Pablo a los romanos.

“Queridos hermanos, en esta noche de Pascua hay suficientes motivos para encender un cirio y escuchar al resucitado que nos dice: ‘Alégrense, no teman, yo hago nuevas todas las cosas’”, dijo al cardenal Poli al concluir su homilía, que fue seguida por la renovación de las promesas bautismales de la comunidad arquidiocesana, desde sus hogares.+

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