Buenos Aires (AICA): El arzobispo de la Iglesia Siriana Ortodoxa de Antioquía en LA Argentina, Crisóstomo Juan Gassali, llamó a orar por todo el pueblo de Siria, donde “hoy muchos fieles son víctimas del caos y de los grupos armados”. El prelado pidió por la liberación de dos obispos ortodoxos secuestrados desde hace meses, y llamó a seguir trabajando por la paz entre musulmanes y cristianos. El arzobispo siriano habló en una ceremonia ecuménica por la paz en Siria en la iglesia San Efrén, Tronador 1067, en el barrio porteño de Villa Ortúzar, con la asistencia de los embajadores de Siria, Líbano y Egipto, y representantes de distintos credos, entre ellos, el obispo católico maronita monseñor Habib Chamieh OMM. A su vez, en la parroquia San Ildefonso, en el barrio de Palermo, también se oró por la situación de Siria en un acto por la paz en el mundo, organizado por la Comunidad de San Egidio.
El prelado pidió por la liberación de dos obispos ortodoxos secuestrados desde hace meses, Mor Gregorios Yuhana Ibrahim y Mor Pablo Yazijim, y abogó por seguir trabajando por la paz entre musulmanes y cristianos, como se ha vivido antes, ya que “somos parte de un mismo país y coincidimos en cultura, historia, civilización, y literatura”.
El arzobispo siriano Gassali habló en una ceremonia ecuménica por la paz en Siria el jueves 31 de octubre en la iglesia San Efrén, Tronador 1067, en el barrio porteño de Villa Ortúzar, con la asistencia de los embajadores de Siria, Líbano y Egipto y representantes de distintos credos, entre ellos, el obispo católico maronita monseñor Habib Chamieh OMM.
A su vez, el sábado 2 de noviembre, día de los fieles difuntos, en la parroquia San Ildefonso, en el barrio de Palermo, también se oró por la situación de Siria en un acto por la paz en el mundo, organizado por la Comunidad de San Egidio. Hablaron el párroco, presbítero Carlos White, y el padre Pablo Hakimián, de la Iglesia Armenia Católica, y se rezó por los obispos secuestrados, a la vez que se escuchó el testimonio de Horacio Daul, de la comunidad ortodoxa de Antioquia.
Los sirianos “cepa autóctona” en la región
En el acto de oración en la iglesia de San Efrén, monseñor Gassalis dijo: “Pedimos a Dios que ilumine a todas las autoridades religiosas para terminar esta tragedia humana y este dolor innecesario. Pedimos que nuestros Obispos regresen a sus hogares para seguir siendo nuestros pastores, pedimos a Dios que podamos reconstruir todas las iglesias y mezquitas destruidas”.
Explicó que los sirianos “son miembros de la Iglesia Siriana Ortodoxa de Antioquía, antepasados directos, cepa autóctona de Siria, Líbano, Palestina, Asia Menor y Mesopotamia. El lenguaje era el arameo siríaco de la antigua Siria, que habló Cristo, y es el mismo lenguaje que ha sido dominante en esa región con la llegada del Islam. Por otra parte, dicha región tenía además la lengua árabe que era el idioma de las tribus árabes desplazadas de la Península Arábiga, las que caminaban en lugares de Siria y Mesopotamia”. Muchas tribus que tenían fe en Cristo fueron creyentes de nuestra iglesia". Y el griego era el idioma oficial del imperio bizantino.
Los sirianos predicaron la fe y el Evangelio en muchos sitios del mundo, como en la India, usando el arameo, dijo. Tradujeron el Evangelio al árabe en el Siglo VII. En ese siglo, agregó, “cuando los árabes musulmanes entraron en Siria, los sirianos los recibieron con alegría, y los consideraron liberadores de la persecución bizantina”. Monseñor Gassalis abogó porque continúe esa convivencia que ha durado siglos.
Asistieron los embajadores de Siria, Hamzeh Danalibi; de Egipto, Reda Habib Zaki, y del Líbano, Antonio Andari. También asistió el teólogo musulmán y licenciado en ciencias políticas sheikh Abdelkader Ismael, intelectual islámico que es asesor de la embajada de Arabia Saudita.
Las oraciones fueron cristianas, se leyeron una carta de San Pablo y el Evangelio, se oró implorando a Cristo el perdón y la gracia, se rezaron el Credo y el Padre nuestro (cantado en arameo y rezado en castellano). Y se entonaron cánticos populares de las iglesias católicas del país, como “Señor, toma mi vida nueva” y “Jesús, te seguiré”.
Entre otros, leyeron oraciones el obispo maronita, el sacerdote católico Oscar Di Mario, el pastor luterano David Calvo, el pastor metodista Hugo Urcola, el diácono siriano Rubén Azar y la señora María Luisa Cárdenas, católica, de la comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso del arzobipado porteño.
La iglesia de San Efrén es un pequeño templo de paredes blancas levantado en 1936, que, además de varios cuadros de su santo patrono, tiene imágenes de Cristo, de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y de San Jorge abatiendo al dragón infernal.
En San Ildefonso
En el acto realizado en San Ildefonso, en sintonía con los llamados del papa Francisco a orar por la paz, la Comunidad de San Egidio recordó “la urgencia de rezar y de ser hombres y mujeres de fe, concordes y asiduos en la oración”, agregando que “la Comunidad de San Egidio sigue muy de cerca los acontecimientos de Siria. Son muchos nuestros amigos cristianos en esas tierras, entre ellos los dos obispos secuestrados de Alepo, Mar Gregorios y Paul Yazigi, de quienes esperamos llegue pronto la liberación”.
El presbítero Carlos White, comentando la Carta a los Romanos, subrayó la importancia de la insistencia de la oración.
Se escuchó un testimonio de Horacio Daul, de la comunidad ortodoxa de Antioquia, sobre la difícil situación en que viven los cristianos en Siria, recordando como esta situación de conflicto daña una histórica tradición de convivencia entre cristianos y musulmanes.
El padre Pablo Hakimián, de la Iglesia Armenia Católica, al meditar sobre el Evangelio de Lucas, hizo hincapié en el don de la paz y los innumerables mártires que han derramado en estos tiempos su sangre para justamente preservar la paz.
En un clima de profundo recogimiento, se nombraron más de 20 países que hoy viven conflictos armados o luchas violentas, como el caso de México, contra el narcotráfico.
Hacia el final, la numerosa concurrencia se unió en el rezo del Padre Nuestro y un simbólico abrazo de paz. (Jorge Rouillon)
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