Declaración de ciudad Provida y Profamilia



San Rafael (Mendoza) (AICA): Con la participación de cientos de sanrafaelinos, sobre todo jóvenes, el domingo 17 de noviembre se llevó a cabo en esta ciudad del sud mendocino la IX Marcha “San Rafael por la Familia”, y el jueves 21, el Concejo Deliberante de San Rafael declaró a esta ciudad “Ciudad Provida y Profamilia”, junto con un reconocimiento de la existencia de vida humana digna de protección desde la concepción hasta la muerte natural. La iniciativa y gestión estuvo a cargo del grupo Provida del Sur, con sede en San Rafael y contó con la adhesión y apoyo de diversas entidades y personas de la comunidad local.

Con la participación de cientos de sanrafaelinos, sobre todo jóvenes, el domingo 17 de noviembre se llevó a cabo en esta ciudad del sud mendocino la IX Marcha “San Rafael por la Familia”, y el jueves 21, el Concejo Deliberante de San Rafael declaró a esta ciudad “Ciudad Provida y Profamilia”, junto con un reconocimiento de la existencia de vida humana digna de protección desde la concepción hasta la muerte natural.

La iniciativa y gestión estuvo a cargo del grupo Provida del Sur, con sede en San Rafael y contó con la adhesión y apoyo de diversas entidades y personas de la comunidad local.


Por otra parte, el sábado 23, víspera de la solemnidad de Cristo Rey, el Centro de Investigaciones de la Problemática Familiar (Cideprof) hizo pública una declaración en la que, entre otras cosas, denuncia que la filial local de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, que hace pocos meses obtuvo una sentencia por la que se prohibió a las escuelas públicas de Mendoza celebrar y conmemorar a la Virgen del Carmen de Cuyo y al Apóstol Santiago, patronos de la provincia de Mendoza, ahora reclama no sólo que se supriman esas celebraciones sino que se suprima toda conmemoración de inspiración religiosa, que se disponga el retiro de todos los símbolos religiosos y que se prohíba su instalación y exposición en lo sucesivo, que se prohíban también la práctica de la oración pública de los alumnos y cualquier tipo de celebraciones religiosas, así como la participación de representantes religiosos para bendecir edificios, instalaciones, equipamiento y símbolos patrios.


Es una muestra más de la tentativa de edificar la estructura del mundo sobre fundamentos que Pío XII, hace más de cincuenta años, no dudaba en señalar como los principales responsables de la amenaza que gravita sobre la humanidad: una economía sin Dios, un derecho sin Dios, una política sin Dios.


Hoy, aquella amenaza se ha convertido en dura realidad. La arremetida de la mencionada entidad está a tono con el nutrido ataque dirigido contra nuestra religión, contra la Iglesia y contra el mismo orden natural, ataque que, como lo demuestra este caso, apunta al núcleo central de la sociedad que es la familia y a una de sus principales funciones que es la educación.


Al socaire de la llamada ideología de género se pretende redefinir el matrimonio ampliándolo a las uniones del mismo sexo y, en nombre del progreso y de los derechos del hombre, tenemos hoy vigentes en nuestra Patria no sólo el homomonio sino la fecundación artificial; la elección voluntaria de sexo (en vez de sexo se habla de género), entendido éste no como una determinación de la naturaleza sino como la construcción cultural y psicológica de una identidad; la eutanasia disfrazada bajo el eufemismo de “muerte digna”; la educación sexual obligatoria con provisión y eventual distribución de material pornográfico explícito; la eugenesia, por ahora limitada a los casos de anencefalia; la esterilización quirúrgica, practicada y promocionada en nuestros hospitales, en abierto desmedro de la dignidad de la mujer; y el aborto, ya vigente, aunque en forma encubierta, por gracia de una triste sentencia judicial y por la promoción y la distribución de sustancias químicas netamente abortivas, como lo es la llamada “píldora del día después” que gratuitamente entregan los centros de salud.


Tras otros conceptos referidos a la necesidad de dar testimonio cristiano en medio de la sociedad, la declaración, firmada por Ricardo S. Curutchet, responsable del Cideprof, concluye en tono de denuncia: “Y sobre nuestras cabezas y sobre nuestra sociedad se cierne la funesta reforma del Código Civil que nimios y despreciables intereses de facción apuran en estos días.+



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