Ciudad del Vaticano (AICA): Los refugiados y emigrantes, los que sufren las consecuencias de la violencia, la crisis económica, la falta de empleo, la usura, etc. Estos son algunos de los temas que se meditarán en el viacrucis del Viernes Santo en el Coliseo de Roma, en presencia del papa Francisco. Los textos fueron escritos por el arzobispo de Campobasso-Boiano, monseñor Giancarlo Bregantini. En las 14 estaciones que componen esta oración el prelado intentó reflejar algunas de las injusticias y los pecados más crueles que comenten los hombres del siglo XXI.
Los textos fueron escritos por el arzobispo de Campobasso-Boiano, monseñor Giancarlo Bregantini. En las 14 estaciones que componen esta oración el prelado intentó reflejar algunas de las injusticias y los pecados más crueles que comenten los hombres del siglo XXI.
“Esta es la pesada cruz del mundo del trabajo, la injusticia sobre los hombros de los trabajadores. Jesús –se lee en el texto de Bergantini– la pone sobre los suyos y nos enseña a dejar de vivir en la injusticia, sino a ser capaces, con su ayuda, de crear puentes de solidaridad y de esperanza, para no ser ovejas extraviadas ni errantes en esta crisis. Por ello, volvamos a Cristo, pastor y custodio de nuestras almas. Luchemos juntos por el trabajo en reciprocidad, venciendo el miedo y el aislamiento, recuperando la estima por la política y tratando de salir de los problemas juntos”, expresó el obispo de Campobasso.
Otro de los temas sobre los que reflexiona monseñor Bergantini es la fragilidad de Cristo: “Con esta fuerza interior que le llega desde el Padre, Jesús nos ayuda a recibir la fragilidad de los demás, a no enojarnos con los que han caído, a no ser indiferentes ante los que caen. Y nos da la fuerza para no cerrar la puerta a quienes tocan a nuestras casas, pidiendo asilo, dignidad y patria. Conscientes de nuestra fragilidad, acogeremos entre nosotros la fragilidad de los migrantes, para que encuentren seguridad y esperanza”.
“La relación con los demás, señala el obispo, nos sana y genera una fraternidad mística, contemplativa, que sabe apreciar la grandeza sacra del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano, que sabe soportar las molestias del vivir, aferrándose al amor de Dios. Solo abriendo el corazón al amor divino me impulso a buscar la felicidad de los demás en los muchos gestos del voluntariado: una noche en un hospital, un préstamo sin usura, secar una lágrima en familia, la gratuidad sincera, el empeño a largo plazo del bien común, compartir el pan y el trabajo, superando cualquier forma de celos y de envidia”.
Monseñor Giancarlo Bregantini también habla de problemas locales de su zona, como los niños que mueren por la quema de residuos tóxicos que producen cáncer.
Los textos de las meditaciones fueron publicados íntegros por “L’Osservatore Romano” y pueden verse en este enlace.+
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