“En Medio Oriente, donde se continúa sufriendo, junto con otras comunidades cristianas y otras minorías, los terribles sufrimientos provocados por las guerras, la violencia y las persecuciones. ¡Cuánto dolor! ¡Cuántas víctimas inocentes!", exclamó, y agregó: "parece que los poderosos de este mundo son incapaces de encontrar soluciones".
El pontífice recordó en su discurso "al metropolita Mor Gregorios Ibrahim y al metropolita de la Iglesia griego ortodoxa Paul Yazigi, secuestrados desde hace más de dos años y a otras personas que también han sido privadas de su libertad" en esas zonas.
Tras pedirle al Señor la gracia de “estar preparados para el perdón y a trabajar por la reconciliación y la paz", aseguró que "la sangre de los mártires es semilla de unión para la Iglesia".
Por último, Francisco instó a que, "en estos momentos de dura prueba y dolor", se estrechen los lazos de unión entre la Iglesia católica y la siria ortodoxa y relanzó su augurio de que un día se pueda llegar "a la pertenencia a una única Iglesia".+
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