Francisco: La pobreza cristiana no es ideología ni mera beneficencia

Ciudad del Vaticano (AICA): En la homilía de la misa matutina, de este martes 16 de junio, el Santo Padre recordó que ser pobre es dejarse enriquecer por la pobreza de Cristo y no querer ser rico con otras riquezas que no sean las de Cristo. Reflexionando sobre la primera lectura del día que relata cómo san Pablo organiza la colecta en la Iglesia de Corinto para la Iglesia de Jerusalén que vive momentos difíciles de pobreza. Francisco señaló que hoy como entonces, pobreza es “una palabra que siempre avergüenza”.
En la homilía de la misa matutina, de este martes 16 de junio, el Santo Padre recordó que ser pobre es dejarse enriquecer por la pobreza de Cristo y no querer ser rico con otras riquezas que no sean las de Cristo. Reflexionando sobre la primera lectura del día que relata cómo san Pablo organiza la colecta en la Iglesia de Corinto para la Iglesia de Jerusalén que vive momentos difíciles de pobreza. Francisco señaló que hoy como entonces, pobreza es “una palabra que siempre avergüenza”.

El Papa explicó que muchas veces se escucha decir: “pero este sacerdote habla demasiado de pobreza, este obispo habla de pobreza, este cristiano, esta monja habla de pobreza… ¿Son un poco comunistas no?” Sin embargo, recordó: “la pobreza está precisamente en el centro del Evangelio. Si quitamos la pobreza del Evangelio, no se entendería nada del mensaje de Jesús”.

San Pablo, prosiguió Francisco, hablando a la Iglesia de Corinto evidencia cuál es su verdadera riqueza: “Sean ricos en cada cosa, en la fe, en la palabra, en la conciencia, en todo celo y en la caridad que les enseñamos”. Es la exhortación del apóstol de los gentiles, “como son ricos, séanlo también en esta obra generosa” en “esta colecta”.

De este modo añadió: “si tienen mucha riqueza en el corazón, esta riqueza tan grande -el celo, la caridad, la Palabra de Dios, el conocimiento de Dios- hagan que esta riqueza llegue a los bolsillos. Y esta es una regla de oro. Cuando la fe no llega a los bolsillos, no es una fe genuina. Es una regla de oro que Pablo dice aquí: ‘ustedes son ricos en muchas cosas, ahora, así, séanlo también en esta obra generosa’”.

“Hay esta contraposición, prosiguió el Pontífice, entre riqueza y pobreza. La Iglesia de Jerusalén es pobre, está en dificultades económicas, pero es rica, porque tiene el tesoro del anuncio evangélico. Y esta Iglesia de Jerusalén, pobre, enriqueció a la Iglesia de Corinto con el anuncio evangélico; le dio la riqueza del Evangelio”.

Ustedes, dijo Francisco retomando a San Pablo, que “son ricos económicamente y son ricos con tantas cosas, eran pobres sin el anuncio del Evangelio, pero han enriquecido a la Iglesia de Jerusalén, extendiendo el pueblo de Dios”. De la pobreza viene la riqueza -recordó- es un intercambio mutuo. Aquí está el fundamento de la pobreza.

Jesucristo de rico que era -de la riqueza de Dios- se hizo pobre, se abajó por nosotros. Este es el significado de la primera bienaventuranza, “bienaventurados los pobre de espíritu”. El Papa afirmó que “ser pobre es dejarse enriquecer por la pobreza de Cristo y no querer ser rico con otras riquezas que no sean las de Cristo”.

Por eso, Francisco señaló que “cuando nosotros ayudamos a los pobres, no hacemos cristianamente obras de beneficencia. Esto es bueno, es humano -las obras de beneficencia son cosas buenas y humanas- pero esta no es la pobreza cristiana, que quiere Pablo, que predica Pablo. La pobreza cristiana es que yo doy de lo mío y no de lo superfluo, también de lo necesario, al pobre, porque sé que él me enriquece. ¿Y por qué me enriquece el pobre? Porque Jesús dijo que Él mismo está en el pobre”.

Para finalizar la homilía, Francisco indicó que “esta es la teología de la pobreza, por esto es que la pobreza está al centro del Evangelio, no es una ideología”. Es precisamente este misterio, el misterio de Cristo que se abajó, se humilló, se empobreció para enriquecerse. De este modo el Papa explicó que “así se entiende que la primera de las bienaventuranzas sea “bienaventurados los pobres de espíritu”.

El Santo Padre concluyó reconociendo que ser pobre de espíritu es ir sobre este camino del Señor: la pobreza del Señor que, también se abaja tanto que ahora se hace ‘pan’ para nosotros, en este sacrificio. Continúa abajándose en la historia de la Iglesia, en el memorial de su pasión, en el memorial de su humillación, en el memorial de su abajamiento, en el memorial de su pobreza, y de este ‘pan’ Él se enriquece.+

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