“Hay que saldar la deuda ecológica”, exhortó el Papa ante ministros europeos
Francisco les recordó que su misión es cada vez más importante porque el medioambiente es “un bien colectivo, un patrimonio de la humanidad, y responsabilidad de cada uno de nosotros. Una responsabilidad -subrayó- que sólo puede ser transversal y requiere la colaboración efectiva de la comunidad internacional”.
A continuación propuso a los ministros tres principios que deberían inspirar sus trabajos. En primer lugar, el principio de la solidaridad. “Una palabra -observó- que a veces se olvida, y de la que a veces se abusa de forma estéril.
Sabemos que las personas más vulnerables a la degradación del medioambiente son los pobres, que sufren las consecuencias más graves. Solidaridad significa entonces poner en práctica herramientas eficaces, capaces de unir la lucha contra la degradación ambiental con la lucha a la pobreza. Hay muchas experiencias positivas en este sentido.
Por ejemplo, el desarrollo y la transferencia de tecnologías apropiadas, capaces de emplear mejor los recursos humanos, naturales y socioeconómicos, más fácilmente disponibles a nivel local, con el fin de garantizar su sostenibilidad también a largo plazo”.
En segundo lugar, el principio de justicia. “En la encíclica Laudato si’ -recordó- hablé de la "deuda ecológica", especialmente entre el Norte y el Sur, vinculada con los desequilibrios comerciales que repercuten en el ámbito ecológico, así como del uso desproporcionado de los recursos naturales que históricamente llevan a cabo algunos países. Debemos saldar esta deuda.
Estos últimos países están llamados a contribuir a la solución de esta deuda dando un buen ejemplo, limitando sustancialmente el consumo de energía no renovable, proporcionando recursos a los países más necesitados para promover políticas y programas de desarrollo sostenible, adoptando sistemas de gestión adecuada de los bosques, del transporte, de los residuos, abordando seriamente el grave problema del despilfarro de alimentos, favoreciendo un modelo circular de la economía, fomentando nuevas actitudes y estilos de vida”.
En tercer lugar, el principio de participación, que “requiere que todas las partes en causa se involucren, incluso las que a menudo se quedan al margen de la toma de decisiones. Vivimos en una época muy interesante: por un lado, la ciencia y la tecnología ponen en nuestras manos un poder sin precedentes; por el otro, el uso apropiado de este poder presupone la adopción de una visión más integral e integradora. Para ello es necesario abrir la puerta a un diálogo...inspirado por esa visión enraizada en la ecología integral, que es el tema de la encíclica Laudato si’. Se trata obviamente de un gran reto cultural, espiritual y educativo. Solidaridad, justicia y participación por respeto de nuestra dignidad y por respeto de la creación”.
Al final, el Pontífice, despidiéndose de los ministros los animó en su tarea, subrayando que tanto él como la Santa Sede no dejarán de dar apoyo para “responder adecuadamente al grito de la tierra y al grito de los pobres”.+
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