"¿Reconocés a la Virgen como tu mamá?", reflexión de Mons. Han Lim Moon
Hoy quiero compartirte mi experiencia hermosa con respecto a la Virgen María como mi Mamá, comenzó el obispo, que aseguró ser devoto de Ella desde el seminario. Cuando me ordené sacerdote mermó un poquito mi devoción hacia Ella pero con el tiempo empecé a revalorizarla, relató y aseguró tenerle tanta estima hasta el punto de sentir una fuerte necesidad de tenerla como mi mamá, mi acompañante y me di cuenta que no era cuestión de leer mucho de Ella, sino pedir la gracia de vivirla como mi mamá, explicó.
Monseñor Han Lim Moon animó a leer un pasaje del Evangelio que, asegura, lo ayudó muchísimo. Se trata del Evangelio según san Juan 19, 26 -27, donde Jesús, en la cruz, mirando a la Virgen María, a su mamá, le dice: ¡Aquí tienes a tu hijo!. Y mirando al discípulo amado le dice: ¡Aquí tienes a tu madre!. Desde aquel momento, el discípulo amado la recibió en su casa, en su corazón. Imaginen que ustedes están llevando a su mamá en su casa y también en su corazón, eso es lo que significa".
Asimismo, afirmó que al recibirla en nuestro corazón Ella nos ayuda a restaurar en nosotros la dignidad de la mujer, de la esposa y de la madre. Y también, Ella nos ayuda a relacionarnos cada vez mejor con las mujeres, con la esposa y con nuestra mamá, señaló.
Ahora continuó- ¿qué es lo que me pasó con este regalo vivo de la Virgen María en mi vida? Yo pedí y un día me llegó, pero sin que me diera cuenta. El obispo manifestó vivir esta gracia, sobre todo en el momento en que reza el rosario porque rezo con Ella, ¡ella me acompaña!, exclamó.
Yo le pregunto a Ella qué es lo que ha sucedido en ese misterio y Ella me va contando cómo fue, detalló. No creo que haya otra persona mucho mejor que Ella para poder contar lo que sucedió en ese momento, en ese misterio. Por eso, san Juan XXIII dijo que rezar el rosario es entrar en el Evangelio de los sencillos, enseñó.
Ella ya está en mi vida, me ayuda a valorar a las mujeres con toda su dignidad, a la Esposa: la Iglesia y también a mi madre carnal. Y además, la Virgen me acompaña como ayuda, no digo adecuada, sino indispensable para mi ministerio. Porque cada vez que celebro la misa, cada vez que hago adoración al Santísimo, Jesús me pide ser Eucaristía, ser el pan partido y repartido entre los hombres. Eso significa, mi muerte y mi resurrección en vida. No es nada fácil y, ¿quién me ayuda? Ella, la Virgen, dijo monseñor Han Lim Moon.
¡Qué el Señor te bendiga, te sane, te restaure tu corazón y te haga partícipe en la obra redentora de Cristo por la presencia de nuestra Madre en tu corazón!, concluyó. +
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