Mons. Mestre: El sabio equilibrio entre la urgencia y la paciencia
Los ‘signos’ de los tiempos
En el primer punto, el obispo de Mar del Plata se refirió al medio por el cual Dios nos habla: la realidad. “Dios se compromete con la historia”, aseguró el prelado, pero advirtió que “tenemos que aprender a leer la realidad de la vida en todas sus manifestaciones porque allí nos habla Dios”. Aquí citó a San Juan XXIII, San Pablo VI y la reflexión del Concilio Vaticano II para hablar del concepto de los “signos de los tiempos”: “Todo lo que acontece en la historia, acontece por algo y nos desafía a algo que debe ser leído como signo desde la presencia misteriosa de Dios”, los cuales debemos “discernir y aprender a leer”.
La ‘urgencia’ de la conversión
El tiempo de Cuaresma es tiempo de conversión. Jesús la platea como “urgente” en el relato evangélico, haciendo referencia al “cambio de camino y vuelta a Dios”. Este cambio debe darse en un tiempo “cuantificado” que debemos “vivir con responsabilidad”. “No podemos quedarnos con los brazos cruzados”, indicó monseñor Mestre. Más bien, debemos trabajar sinceramente la “tierra de nuestra vida” para dar el fruto que Dios quiere que demos. Pero bien, “urge de nuestra parte remover y abonar la tierra del corazón para una verdadera conversión”.
La ‘paciencia’ de Dios
Al señalar la urgencia, debe acompañar la “paciencia”, con un equilibrio entre la “misericordia de Dios y la actitud de conversión por parte del ser humano”. “La paciencia de Dios queda representada en el dueño de la higuera que espera”, explicó el prelado, mientras que “la misericordia de Dios es eterna, ilimitada, total y absolutamente gratuita”. Si hay límites, “los ponemos los hombres cuando aceptamos o no el regalo que el Señor nos hace”
Asimismo, señaló: “No debemos abusar de la paciencia de Dios sino disfrutar de ella y dejarla actuar en nuestra vida para dar frutos de verdadera conversión en esta Cuaresma”. Al concluir, citó al papa Francisco en Evangelii Gaudium: “Para llegar a un punto de madurez, es decir, para que las personas sean capaces de decisiones verdaderamente libres y responsables, es preciso dar tiempo, con una inmensa paciencia. Como decía el beato Pedro Fabro: «El tiempo es el mensajero de Dios»”.+
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