El Instituto Cristífero recuerda a Mons. Hesayne “de puertas adentro”
“De puertas adentro continuaremos compartiendo el aire de familia que vivimos siempre con el padre obispo Miguel Esteban”, expresó el sacerdote. “Seguiremos escuchando su insistencia en ‘estar al día’, en no quedarnos, en hurgar para comenzar proyectos nuevos que ayuden a encender fuego en la tierra. Él le ponía nombres pequeños a los sueños grandes: eran ‘pinceladas’ para que el Evangelio empapara la realidad y no se nos fuera por las nubes; ‘cartas formativas’ que se podrían desplegar a lo largo del año; ‘el saludo de las buenas noches’ que se transformaba casi en una mini homilía nocturna, para que el corazón estuviera atento, en vela”, enumeró.
“De puertas adentro podíamos descubrir el deseo, el anhelo, de una vida evangélica laical que empapara lo cotidiano; y por eso acompañó abierto, aprendiendo, y dejándose instruir por lo que el Espíritu había sembrado en Beatriz Abadía y las primeras laicas consagradas del Instituto Cristífero. Y se fue volviendo el tronco de lo que Betty tenía como raíz”, recordó.
“De puertas adentro, reconocíamos al hombre de fe, tan padre, con detalles cubiertos de ternura; pero también el padre que te llamaba a conversión, que te animaba y hasta te apuraba el tranco tantas veces. Sabíamos de sus alegrías cuando descubría las cosas de Dios en el corazón de la gente; y de su dolor cuando no encontraba el modo o la estrategia para que cualquiera saliera del error. Perdonaba magnánimamente y también sabía pedir perdón cuando reconocía o le parecía que se había equivocado”, reconoció.
“De puertas adentro nos guardaremos muchos de sus gestos simpáticos, y con seguridad los seguiremos comentando en torno a la mesa, en la Eucaristía diaria que jamás dejó de celebrar, en el alegrarse con un buen vino que le traían de regalo, el saborear el helado, el ofrecernos al menos una vez al año la posibilidad de un asadito”, señaló.
“Y otras cosas nos las guardamos, porque de puertas adentro, se guarda también el sano pudor de la vida entretejida en familia, no por secretismo, o por mera autopreservación cómplice, sino porque el amor, las risas, las lágrimas, también tienen su ámbito privado”, afirmó.
“Ahora a abrimos un poco esta puertita, después la historia, los tiempos por venir, dirán si más cosas habrá por compartir. Los hombres grandes como nuestro querido padre Miguel Esteban, tienen un hogar, una casa desde donde se despliegan… en nuestro ‘caso y casa’, era la sede del Instituto Cristífero, en todos estos últimos años”.
“Sin duda, padre Miguel Esteban, te echaremos mucho de menos: te presentiremos en la misa y en la mesa, en la charla, en las anécdotas que –cuando te gustaban- nos recontabas muchas veces”, expresó. “Pasaremos por frente a la puerta de tu escritorio, entraremos en él, veremos tus libros, tu sillón, tus fotos de familia, la cruz, la imagen de María”, anticipó.
“Nos seguiremos reuniendo en la capilla y será imposible no recordar tu deseo de transmitir un ‘breve pensamiento’ que a veces se estiraba por el simple hecho de que no podías retener lo que te decía la Palabra”, recordó.
“Veremos tal vez tu cama, donde pasaste más tiempo del que hubieras deseado pero aceptaste no resignado sino como lo que Dios te pedía en ese momento; y aprenderemos que a cada dificultad que traen los años se le puede encontrar la vuelta y salir adelante buscando un recurso nuevo”, advirtió.
“Y nos quedan muchísimas cosas buenas, porque tu corazón era bueno, y hasta el final o mejor dicho hasta el principio de tu caminito al cielo, nos seguiste enseñando con tu tesón, el respeto por el misterio de la vida que se enraíza por dentro y se debe abrir con fuerza siempre para no quedar encerrada e ir poniendo paso a paso, día a día, verdad, luz, justicia, fraternidad, en definitiva, la realidad del Reino”, concluyó.+
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