Mons. Ñáñez animó a “abrir el corazón y dejar que el Espíritu lo llene”
“Celebrando la fiesta de Pentecostés llegamos a la culminación del misterio pascual. El Espíritu Santo es enviado y llega, por así decir, a toda la Iglesia, representada por la Virgen Santísima, los apóstoles y los discípulos de Jesús”, señaló.
“Jesús resucitado se manifiesta a sus discípulos, hay una evidente novedad. El recinto está cerrado pero eso no impide que Jesús esté en medio de los suyos y les esté comunicando el don de la paz”, relató.
“Si bien es cierto que hay algo nuevo, también hay continuidad, porque Jesús se da a conocer por sus manos y por su costado. No identificamos normalmente a una persona por sus manos o por eventuales heridas: lo identificamos por el rostro. El Señor quiere decir que el mismo que estuvo sobre la cruz es el que está en medio de ellos. Y esta presencia de Jesús en medio de sus discípulos, y la paz que reiteradamente les comunica, los llena de alegría”, continuó.
“Enseguida el señor los envía: Ellos deberán continuar la obra de Jesús, como el Padre envió a su Hijo, así el Hijo resucitado envía a sus apóstoles, con la fuerza del Espíritu Santo. Jesús sopla sobre los discípulos”, destacó. “Por la fuerza del Espíritu, nosotros podemos decir: ‘Jesús es el Señor’, ‘Jesús es mi Señor’”, añadió.
“En los días que han precedido a esta fiesta, hemos venido preparándonos para este acontecimiento. Hemos celebrado la novena de preparación. Hoy se trata de abrir el corazón y dejar que el Espíritu lo llene, y que nos impulse, atentos al envío de Jesús, a ser sus testigos en lo cotidiano, en nuestra vida, haciendo lo que tenemos que hacer, pero viviéndolo de tal manera que suscite una pregunta: ¿Por qué estas personas viven así? Y que haya entonces una palabra oportuna, inspirada también por el Espíritu, que explique por qué se vive así. Porque creemos en Jesús, porque lo seguimos al Señor”, animó.+
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