Mons. Castagna: “Es urgente que Cristo sea anunciado”

Mons. Castagna: “Es urgente que Cristo sea anunciado”

Corrientes (AICA): En su sugerencia para la homilía dominical, el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, recordó que con la Ascensión del Señor, que se celebra el próximo domingo, clausura el tiempo pascual, y consideró que “es urgente, hoy para nuestra generación, recibir la Noticia de la presencia viva de Cristo y del acceso a Él por la fe”. “Es el momento de anunciar al mundo entero - a todos los pueblos - que Cristo resucitado está entre nosotros, ofreciéndose como Verdad y Vida. Es lo que la humanidad anhela y busca desde siempre”, sostuvo.
El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, recordó que con la Ascensión del Señor, que se celebra el próximo domingo, clausura el tiempo pascual, y consideró que “es urgente, hoy para nuestra generación, recibir la Noticia de la presencia viva de Cristo y del acceso a Él por la fe”.

“La notoriedad que, en los últimos cincuenta años - a partir del Concilio Vaticano II - han obtenido los gestos y enseñanzas de la Iglesia Católica, responde al mandato misionero recibido de su Maestro y Señor. Es el momento de anunciar al mundo entero - a todos los pueblos - que Cristo resucitado está entre nosotros, ofreciéndose como Verdad y Vida. Es lo que la humanidad anhela y busca desde siempre”, sostuvo en su sugerencia para la homilía dominical.

El prelado explicó que “su Ascensión a los Cielos es el restablecimiento de la relación entre el tiempo y la eternidad. Cristo está ‘junto al Padre’ - en la eternidad - y ‘entre nosotros’, haciéndose cargo de nuestra temporalidad, encaminándola a la eternidad. Cuando hablo de eternidad me refiero a la plenitud de vida que nos aguarda, mientras hagamos ‘lo que Él nos manda’. Cumplir sus mandamientos es esforzarnos en amarnos mutuamente ‘como Él nos ha amado’. De esta manera lo amamos y permanecemos en Él: la Verdad que necesitamos y se nos obsequia”.

Texto de la sugerencia

1.- Qué creer y cómo creer. Este es casi un cierre del tiempo pascual. Jesús resucitado se despide de sus amigos terrestres y deja definitivamente abierta la perspectiva del destino eterno y universal. En este texto, escrito por San Marcos, el Señor insiste sobre la importancia y necesidad de la fe. Allí indica que existe sólo una forma de hacer realidad la fe; me refiero a la mediación apostólica que Él mismo ha establecido. Su Ascensión a los Cielos es el momento de solemnizar la enseñanza, otorgándole la preponderancia que le corresponde: "En seguida se apareció a los Once, mientras estaban comiendo, y les reprochó su incredulidad y su obstinación porque no habían creído a quienes lo habían visto resucitado". (Marcos 16, 14) No existe otra economia que la establecida por Cristo en la constitución de su discipulado. En una sociedad independiente, pero carente de libertad, se pondrá en discusión todo lo establecido, como si procediera de un atentado contra la libertad. Se pretende inventar la realidad y otorgarle identidad a partir de lo que entiende cada uno. La Verdad nos antecede y trasciende. No es nuestra creación, somos su creación. Dios es la Verdad a la que me refiero. Jesús, desde su conciencia clara de ser Dios, lo afirma, respondiéndo a Tomás: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí". (Juan 14, 6) Es Camino que conduce a la Verdad que, con su Padre y el Espíritu, es también Él. Es una insensatez negar la Verdad porque no sea producto de nuestro balbuciente intelecto.

2.- Instaurar todas las cosas en Cristo. Jesús es constituido por el Padre, conforme a sus mismas expresiones, en su Palabra eterna, históricamente pronunciada. Es la Verdad revelada y en ella, "fueron todas las cosas creadas", también el ser humano, libre y racional. Somos sus criaturas, no sus creadores. Existe una Verdad objetiva, independiente de nuestra aprobación y personal creatividad. Si es así, nos corresponde recibirla con docilidad. Su rechazo es un acto demencial, causado por el pecado aún activo. Mientras éste mantenga su vigencia, el rechazo de Cristo como Verdad exhibirá un aparente predominio. Pero, Cristo lo ha vencido y, por la Resurrección, se ha puesto en condiciones de transmitir su capacidad victoriosa a quienes crean en Él. La fe predispone - a quien así lo decida - a que esa victoria obre en él y renueve sustancialmente su mundo. La vida cristiana está totalmente orientada a hacer efectiva esa victoria. Así lo expresan los Apóstoles en sus más notables exponentes: Juan, Pedro y Pablo. El combate de la fe se extiende hasta los confines de la historia. Nada queda fuera de su acción instauradora. El propósito de grandes pontífices y santos llegó a expresarse en lemas como el de San Pio X: "Instaurar todas las cosas en Cristo".

3.- La Ascensión clausura el tiempo pascual. Es el cumplimiento de la misión que Jesús recibió de su Padre y transmitió a sus Apóstoles. Vino a quitar de los hombres el pecado, consintiendo en ser inmolado como un Cordero. De esa manera, con el pecado es eliminada su consecuencia inevitable: la muerte. La Ascensión, que hoy celebramos, clausura el tiempo pascual. En perspectiva de futuro asegura la presencia salvadora de Cristo, en la historia inédita de cada época, hasta el fin de los tiempos. Aunque parezca increíble, nuestro tiempo es el ámbito de su presencia activa. Por lo mismo, el pecado es combatido y vencido por el mismo Cristo, que no se ha alejado de nosotros desde entonces, sino al contrario. Pero, es posible llegar a Él únicamente por la fe. Es urgente, hoy para nuestra generación, recibir la Noticia de la presencia viva de Cristo y del acceso a Él por la fe. Para eso está la Iglesia, fundada en los Apóstoles, urgida por su divino Fundador a ejercer siempre el ministerio de la evangelización: "Ustedes están edificados sobre los apóstoles y profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo". (Efesios 2, 20) El conducto a través del cual se transmite el anuncio, y se celebra lo anunciado, es el ministerio de los Apóstoles y sus sucesores.

4.- Cristo debe ser anunciado. La notoriedad que, en los últimos cincuenta años - a partir del Concilio Vaticano II - han obtenido los gestos y enseñanzas de la Iglesia Católica, responde al mandato misionero recibido de su Maestro y Señor. Es el momento de anunciar al mundo entero - a todos los pueblos - que Cristo resucitado está entre nosotros, ofreciéndose como Verdad y Vida. Es lo que la humanidad anhela y busca desde siempre. Su Ascensión a los Cielos es el restablecimiento de la relación entre el tiempo y la eternidad. Cristo está "junto al Padre" - en la eternidad - y "entre nosotros", haciéndose cargo de nuestra temporalidad, encaminándola a la eternidad. Cuando hablo de eternidad me refiero a la plenitud de vida que nos aguarda, mientras hagamos "lo que Él nos manda". Cumplir sus mandamientos es esforzarnos en amarnos mutuamente "como Él nos ha amado". De esta manera lo amamos y permanecemos en Él: la Verdad que necesitamos y se nos obsequia.+

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