Miles de fieles se acercaron al sacramento de la reconciliación

San Miguel de Tucumán (AICA): Miles de fieles se acercaron al sacramento de la reconciliación en el segundo día del XI Congreso Eucarístico Nacional, dentro del año de la Misericordia convocado por el papa Francisco. A la mañana, en la Catedral obispos y sacerdotes recibieron el mandato misionero de la misericordia. Les fueron entregadas estolas con el signo del Jubileo para colocarse en sus hombros y salir “a escuchar y confesar al Pueblo de Dios por todos los rincones de la ciudad”. En el campo eucarístico se vieron largas filas de penitentes ante muchos sacerdotes que administraban el sacramento del perdón.

Miles de fieles se acercaron al sacramento de la reconciliación en el segundo día del XI Congreso Eucarístico Nacional, dentro del año de la Misericordia convocado por el papa Francisco.

“Eucaristía y misericordia” fue el tema de hoy del XI Congreso Eucarístico Nacional, en consonancia con el jubileo universal, y se evidenció en el sacramento de la reconciliación, o confesión.

A las 9.30 de la mañana, en la Catedral de Tucumán obispos y sacerdotes recibieron el mandato misionero de la misericordia. Cada uno recibió una estola con el signo del Jubileo para colocarse en sus hombros y salir “a escuchar y confesar al Pueblo de Dios por todos los rincones de la ciudad”.

Lo que pudo vivirse en plazas, calles y centros de encuentro del Congreso se hizo patente por la tarde y al anochecer en la inmensa concentración en el campo eucarístico organizado en el hipódromo local. En muchos lados, aquí y allá, había sacerdotes confesando y largas colas de penitentes esperando acercarse al sacramento del perdón.

Los sacerdotes escuchaban a los fieles sentados o de pie en distintos lugares del predio. Sólo en una zona dispuesta hacia el lado izquierdo del altar había siete sacerdotes confesando y para cada uno había una cola de unas veinte personas. En otro lugar, el cronista pudo contar 28 personas, de diversas edades, en una sola cola, aunque había otras filas cerca. Concluida la misa, a poco de despojarse de sus ornamentos litúrgicos, un obispo se dispuso a escuchar confesiones y en seguida se formó una cola en su cercanía.

La paciencia de Dios

“Dios es misericordia”, les dijo el obispo de Nueve de Julio, monseñor Ariel Torrado Mosconi, en una breve exhortación, a los obispos y sacerdotes reunidos por la mañana en la Catedral.

“Tenemos experiencia de la paciencia que Dios ha tenido con cada uno de nosotros -dijo el prelado-. El Señor nos llama a nosotros para que seamos capaces de dar testimonio de su misericordia a través del sacramento de la reconciliación”.

Leyó palabras de San Pablo, donde dice que “Jesucristo vino al mundo para llamar a los pecadores y yo soy el peor de todos”. Cuando al principio monseñor Torrado Mosconi invitó a sentarse a los presentes, sacerdotes y fieles, que estaban en los bancos, pudo advertirse la sencillez con que el presidente del Episcopado, monseñor José María Arancedo, y el secretario general, monseñor Carlos Malfa, estaban en medio de un pasillo lateral del templo, de pie, perdidos entre otros, mientras muchos fieles estaban sentados.

¿Sacramento en crisis?
Monseñor Torrado Mosconi dijo que a veces se habla de crisis del sacramento de la confesión, pero señaló que “la crisis muchas veces es nuestra: de los confesores”. Animó a tener una actitud de profunda escucha de los fieles, a ofrecer la misericordia de Dios, en una Iglesia que debe actuar como un hospital de campaña. “Que nadie se sienta rechazado al pedir humildemente perdón”, apuntó.

Ya mismo en la Catedral, a hora temprana, había fieles confesando sus faltas en algunos confesionarios o en el pasillo. De todos modos, el tema no se restringió a hoy. Ya la noche anterior un sacerdote de alba blanca y boina negra comentó que el jueves había estado confesando durante cinco horas seguidas. Y hoy estaba de nuevo entre los confesores.

En algún caso, se veía a alguien retirarse con lágrimas tras recibir la absolución. En otros se advertían sonrisas. Todo visto a la distancia. El secreto envuelve el sacramento, que custodia el santuario de la intimidad de las conciencias. Algo que no puede revelarse y sólo conoce Dios.

Los pecados ocultos

Georges Bernanos, el gran escritor católico francés, autor de “Diario de un cura rural”, dice en una de sus obras literarias: “Nuestros pecados ocultos envenenan el ambiente”. A contrario sensu, podría decirse que el examen de conciencia, el arrepentimiento y el propósito de enmienda, de mejorar la conducta, el pedir y recibir el perdón de Dios, tornan el aire social más respirable. El ambiente que se podía respirar en el Congreso transmitía eso en los rostros, en los gestos, en el comunicativo saludo de la paz en las misas, en una alegría que no suena superficial, remite a una realidad superior.

En la homilía de la misa, monseñor Arancedo explicó que “en el marco del Año Santo de la Misericordia hemos elegido en este día celebrar la plegaria eucarística de la reconciliación”. Y señaló que “cuando abrimos nuestra mente y nuestro corazón al llamado evangélico de la reconciliación se abre un camino nuevo hacia la concordia y la fraternidad”.

Pasadas las 22, todavía quedan muchos jóvenes en el campo, con velas encendidas que titilan en la noche. Es el "Via Crucis de la reconciliación argentina".

Un folleto del encuentro señala que la Iglesia celebra a Jesús Eucaristía desde hace veinte siglos “desde que sale el sol hasta el ocaso”. Y al preguntar qué es un congreso eucarístico,s e responde: “Es un regalo de Dios, un momento de gracia”. (Jorge Rouillon)

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