Mons. Frassia: Pablo VI marcó la Iglesia para el presente y para el futuro

Mons. Frassia: Pablo VI marcó la Iglesia para el presente y para el futuro

Avellaneda (Buenos Aires) (AICA): El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, presidió una misa en acción de gracias por la canonización de Pablo VI, celebrada por el papa Francisco el 14 de octubre en Roma. “Es un momento especial donde tenemos que pensar que la Iglesia tiene poder, porque cree en la fuerza sobrenatural del Espíritu Santo y puede reconocer la vida, la historia, las acciones, las obras, la entrega, el sacrificio, el amor que han tenido estos hermanos nuestros”, expresó.
En una misa presidida por el obispo diocesano, monseñor Rubén Oscar Frassia, la comunidad de Avellaneda-Lanús agradeció a Dios por la canonización del papa Pablo VI, celebrada el 14 de octubre por el papa Francisco en Roma.

“Es un momento especial donde tenemos que pensar que la Iglesia tiene poder, porque cree en la fuerza sobrenatural del Espíritu Santo y puede reconocer la vida, la historia, las acciones, las obras, la entrega, el sacrificio, el amor que han tenido estos hermanos nuestros. Tenían una vida de santidad, pero la Iglesia tiene poder para reconocer públicamente y ponernos a todos nosotros bajo ese patrocinio y esa consideración. Son santos”, expresó.

“Un hombre que, diríamos, ha vivido una vida a escondidas. En un trabajo de la Iglesia, de la Santa Sede, donde ha tenido muchos trabajos y muchas dificultades. Incluso a veces hasta desprecios, traslados que a veces no fueron tan claros, porque como que ‘molestaba’ en Roma se lo trasladó como arzobispo de la Iglesia de Milán”, recordó. “Y lo primero que hizo Juan XXIII fue hacerlo cardenal porque se lo reconocía, y se lo reconoció, por la valía y la talla de este hombre, Montini. Juan XXIII, el querido Papa Santo, declara el comienzo de un Concilio, luego pensaba que ya debía terminar, pero se enferma, fallece y es elegido Montini como Papa, Pablo VI”, detalló.

“Es así que él carga sobre sus espaldas la tarea inmensa, extraordinaria, con una dedicación, un esfuerzo, una oración, un sacrificio tremendo y lleva el Concilio adelante. El Concilio Vaticano II donde él tuvo la factura de lo que fue llevando, el desarrollo del mismo. Escribió siete encíclicas y a la vez, lo que ha sufrido por gente de afuera y lo que sufrió por gente de adentro”, relató.

“Sufrió mucho pero él, el hombre de la esperanza, en varios momentos de su vida decía ‘¡Iglesia, sabes cómo te amo; te amo con todo el corazón!’ Él no se quebró, no se quebrantó, no abandonó, no murmuró, siempre siguió adelante. El hombre de la alegría, el hombre de la esperanza, criticado desde muchos lugares y sin embargo, Pablo VI, sabía perfectamente que él era Pedro y como Pedro debía conducir a la Iglesia”, destacó monseñor Frassia.

“Así fue marcando el camino y la ruta a los siguientes Papas. Él fue a Tierra Santa. Él besó la tierra de Jesús. Él pidió ir, no lo invitaron, él dijo ‘yo quiero ir a Tierra Santa, la tierra donde nació Jesús; quiero tocar lo que significa el nacimiento de nuestro Salvador’. Él fue a la ONU. Y así, en todos los viajes apostólicos tenía una intención muy, pero muy especial”, continuó.

“El patrocinio de nuestro seminario, que se llamó Pablo VI, después Beato Pablo VI cuando en 2014 lo beatificó el Papa Francisco y ahora, con gozo y con gusto, se llamará seminario San Pablo VI, porque realmente es el hombre de la esperanza, el hombre de la fe y el hombre de la delicadeza y la ternura, que todos tenemos que volver a aprender. Una ternura hasta en los más mínimos detalles. En los escritos que le presentaba la gente que trabajaba con él, inmediatamente ponía una nota abajo: ‘Muy bueno su trabajo, lo felicito’”, comentó el obispo.

“El hombre del diálogo. Tenía el encuentro con Atenágoras (Patriarca de Constantinopla) y estaba enfermo, tenían que operarlo y los médicos ya lo habían decidido, pero él les pidió por favor que no digan nada, que esperaran a tener ese encuentro. Es así que intercedieron sus más allegados y se produjo el gran encuentro con la Iglesia de oriente”, relató.

“Por eso, hoy es un día muy especial y yo tenía un poco de temor. Temor de poder transmitir algo de lo que es su presencia en la Iglesia y de no saberlo decir bien o decir poco; pero sepamos que este hombre del siglo XX marcó la Iglesia para el presente y para el futuro. Y creo que tiene que seguir marcándonos, a los sacerdotes, a los seminaristas, a todos los que quieran dedicarse con atención a la formación”, consideró el obispo, y explicó: “A la formación del Concilio Vaticano II, porque hay que seguir estudiándolo, seguir leyéndolo, seguir impregnándose para que todos tengamos criterios de Iglesia y no nos quedemos en parcialidades, superficialidades, o en cosas que nos puedan distraer. Hay que tener conciencia del espíritu conciliar; se lo pedimos hoy al Señor”, rezó.

“Estuve en Roma con el padre Gabriel Favero, rector del Seminario, y cuando canonizaron a Monseñor Romero, la Iglesia de San Salvador era de una alegría inmensa. ¡A un obispo! Que algunos lo querían ‘robar’ como si ese obispo fuera de izquierda, o comunista, o de otra ideología; pero este obispo dio la vida por la Iglesia, por los pobres. Así cada uno de los nuevos santos”, afirmó.+

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