Santo Tomé celebró 40 años de vida diocesana

En el cierre del Año Jubilar por los 40 años de la diócesis de Santo Tomé, la comunidad católica se congregó el 5 de octubre en la ciudad cabecera de la diócesis para celebrar este acontecimiento diocesano.

La jornada comenzó con un encuentro de adolescentes y jóvenes llamado “Jubileo de los jóvenes”, que contó con una abundante participación y se desarrolló en un clima de mucha alegría juvenil. Los participantes cantaron, rezaron y compartieron reflexiones y trabajos en grupo. La animación del momento estuvo a cargo del músico Uriel Acordaci. Finalizadas las actividades, se llevó a cabo una colorida marcha juvenil por las calles de la ciudad, encabezada por la imagen peregrina de Nuestra Señora de Itatí.

La numerosa marcha llamó la atención de los santotomeños, que salían de sus casas o se detenían en las calles para mirar lo que sucedía, y finalizó en la Catedral Inmaculada Concepción donde, con canciones y una viva animación, fue colocada en un altar la imagen de la Santísima Virgen en la explanada del templo, dando inicio a una nueva actividad en la plaza central de la ciudad.

A partir de las 16 se realizó una muestra abierta al público titulada “Huellas de Nuestra Historia” en la que las comunidades parroquiales y las instituciones diocesanas expusieron la historia narrada en fotos, imágenes, proyecciones, volantes. Allí aparecieron rostros significativos y momentos importantes de estos 40 años de vida diocesana.

Otro momento especial estuvo protagonizado por el padre Julián Zini y su grupo musical Neike Chamigo, que durante una hora deleitaron al público presente evocando la historia más profunda de la tierra correntina, con hincapié en sus raíces guaraníes y jesuíticas. En ese marco, el padre Zini entregó a monseñor Montini un ejemplar de un compilado que hicieron particularmente para esta ocasión.

La Eucaristía fue presidida por el cardenal Luis Héctor Villalba, arzobispo emérito de Tucumán, y concelebrada por el obispo anfitrión, monseñor Gustavo Montini; monseñor Alfonso Delgado, arzobispo emérito de San Juan de Cuyo; monseñor Francisco Polti, obispo emérito de Santiago del Estero; monseñor Hugo Santiago, obispo de San Nicolás de los Arroyos, todos ellos obispos en distintos momentos de la diócesis de Santo Tomé.

Concelebraron también monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas; monseñor Damián Bitar, obispo de Oberá; monseñor Adolfo Ramón Canecín, obispo de Goya y monseñor José Billordo vicario general de Corrientes en representación de su arzobispo, monseñor Stanovnik OFMCap.

Además de los sacerdotes y diáconos locales, acompañaron esta celebración sacerdotes venidos de otras diócesis, el rector del seminario interdiocesano “La Encarnación”, y distintas representaciones de la vida consagrada presentes en la diócesis de Santo Tomé.

Acompañaron también el momento numerosas autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales, tanto municipales como provinciales provenientes de los distintos pueblos y ciudades de la diócesis. También se agradeció la concurrencia de representantes de las distintas fuerzas de seguridad presentes en la geografía diocesana.

En su homilía, el cardenal Villalba destacó el importante momento que vive la diócesis, y explicitó de modo simple el significado profundo de lo que Jesús quiere de la Iglesia diocesana.

“Hoy rezamos por nuestra Iglesia diocesana, por nuestro obispo Gustavo, por los sacerdotes, diáconos, por los consagrados y consagradas, por todos los fieles laicos: por los niños, por los jóvenes, por las familias, por los ancianos, por los enfermos. Pedimos, especialmente, por nuestros seminaristas y por las vocaciones sacerdotales y religiosas”, expresó.

“La Iglesia es la diócesis. Es la diócesis la que da vida a las parroquias y a las otras formas de comunidad en la Iglesia. Todas las otras estructuras son células que reciben su vida y su consistencia de la diócesis”, afirmó, y consideró que “ninguna comunidad puede vivir como unidad autárquica y no sentirse responsable de la totalidad de la diócesis, confiada a su obispo para que la apaciente con la colaboración de su presbiterio”.

“Es imprescindible que las parroquias, las capillas, los colegios católicos, los movimientos, las instituciones, se inserten de veras en la vida y estructura de la Iglesia local, manifestando vitalmente que nacen de la Diócesis y reciben de la misma su capacidad santificadora y evangelizadora”, sostuvo.

“El sentimiento de pertenencia a la Iglesia diocesana se alimenta de experiencias reales de comunión. Nada favorece tanto el nacer y crecer este afecto eclesial diocesano como el compartir la vida. Como sucede con el espíritu de familia, el espíritu diocesano se fragua a medida que vivimos juntos las vicisitudes de la vida común y se consolida cuando celebramos lo que estamos viviendo”, continuó, animando a los fieles a “convivir, colaborar, concelebrar”.

“La comunidad diocesana como toda comunidad eclesial, está siempre en camino, en construcción. Estamos edificando. Es una construcción que dura toda la historia. No ha alcanzado su plenitud, siempre falta algo. Su cumplimiento es escatológico. La construcción está siempre en marcha y se continúa con cada generación. Se construye en la continuidad, en el agradecimiento hacia el pasado y en la esperanza en el futuro”, afirmó.

“Pidamos al Señor por intercesión de nuestros patronos, Nuestra Señora de Itatí y Santo Tomás Apóstol, para que la diócesis crezca como comunidad orante, fraterna y misionera”, rezó.

La celebración culminó con la lectura de un saludo especial y de la bendición apostólica enviados por el Santo Padre para esta solemne ocasión.+

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