Semejanza, pertenencia y familiaridad, el sentido del dicho “de tal palo, tal astilla”

Semejanza, pertenencia y familiaridad, el sentido del dicho “de tal palo, tal astilla”




Gualeguaychú (Entre Ríos) (AICA): El obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, reflexionó en su columna semanal sobre el dicho popular “de tal palo, tal astilla” y consideró que al hacerlo “expresamos tres cosas: semejanza, pertenencia, familiaridad”. El prelado aseguró que “Dios nos hace familia suya para que vivamos estas tres dimensiones en nuestra relación con Él. Las tres cosas nos vienen dadas por medio del Bautismo. El Padre nos hace semejantes a su Hijo, hermanos de todos. Somos más parecidos no por la forma de la nariz o el color del cabello, sino por el amor que tenemos a Dios y a los hermanos”. Y al hablar del día de Todos los Santos, que se conmemoró el 1° de noviembre, imaginó cómo fue un momento cotidiano de Santa Rosa, San Martín de Porres, Santo Toribio de Mogrovejo y San Juan Macías, quienes fueron contemporáneos en Lima, Perú, hace siglos. Y concluyó: “qué cosa linda los santos, ¿no?”

El obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, reflexionó en su columna semanal sobre el dicho popular “de tal palo, tal astilla” y consideró que al hacerlo “expresamos tres cosas: semejanza, pertenencia, familiaridad”.

“La semejanza puede darse en un sentido físico o de algunas cualidades. Los hijos suelen ser parecidos a su papá y su mamá. Cuando nace un bebé se le encuentran similitudes en parecidos en la forma de la nariz, de la oreja, de los dedos. Hay rasgos que son peculiares en algunas familias. Cuando el niño crece se vive con orgullo escuchar ‘trabajador como su papá’ o ‘servicial como su mamá’”, explicó.


“La pertenencia da idea de vínculo fuerte con un grupo, identificación con sus ideales y valores. Nos hace solidarios en el destino de la comunidad. Cuando la pertenencia es floja o débil no hay compromiso”, precisó.


“La familiaridad es la manera más fuerte de vivir la semejanza y la pertenencia. La primera es reconocida por los demás, la segunda es experimentada desde el propio corazón. La familia es la que logra los lazos o vínculos vitales más fuertes e importantes”, agregó.


El prelado aseguró que “Dios nos hace familia suya para que vivamos estas tres dimensiones en nuestra relación con Él. Las tres cosas nos vienen dadas por medio del Bautismo. El Padre nos hace semejantes a su Hijo, hermanos de todos. Somos más parecidos no por la forma de la nariz o el color del cabello, sino por el amor que tenemos a Dios y a los hermanos”.


“Pertenecemos a Él, y Él nos pertenece. Nos dice Jesús ‘el que me ama permanece en mí y yo en él’ como la vid y los sarmientos. Jesús nos llama amigos y nos ayuda a vivir en trato de intimidad con Él. Y nos hace de su familia para vivir la misma fe”.


El camino de los santos

Monseñor Lozano escribió también que “en torno a los santos encontramos cómo crece el deseo de vivir según el Evangelio” y relató su experiencia: “El viernes pasado, 1° de noviembre, fue el día de Todos los Santos. Una celebración que acerca el cielo con la tierra. Ellos son ejemplo de vida plena. Son amigos de Dios y de los hombres. Llevan al Padre nuestras peticiones y angustias, nuestras alegrías y esperanzas”, recordó.


“Hace siglos, en Lima, Perú, fueron contemporáneos Santa Rosa, San Martín de Porres, Santo Toribio de Mogrovejo y San Juan Macías. En el 2009 visité la ciudad de Lima y me imaginé que un día, en esa misma ciudad, podría haber ocurrido algo como esto y yo lo hubiera contado así: ‘Hoy a la mañana visité algunos viejos amigos de aquí. Santo Toribio de Mogrovejo, San Martín de Porres, San Juan Macías, Santa Rosa de Lima. Andan muy, muy bien, como la última vez que los vi. Cierto que algo atareados”, indicó.


E imaginó: “El Obispo Toribio acababa de llegar de una recorrida por la extensa diócesis que le había llevado cerca de año y medio. Además, estaba corrigiendo un Catecismo en lengua local que se lo reclamaban de la imprenta. [De los 25 años que fue obispo de Lima, 17 años los dedicó a recorrer la diócesis y fue declarado Patrono de los Obispos de América Latina y El Caribe por Juan Pablo II.] (murió en 1606)”.


“A cuatro cuadras de la Catedral se encuentra el Convento de los frailes dominicos. Allí el hermano Martín estaba terminando de barrer la vereda y se iba rapidito a dar de comer a su perro, su gato y su ratón que después de haberles hablado largo rato aprendieron a comer del mismo plato sin pelearse. También lo esperaban varios en la peluquería para sus servicios. De jovencito había aprendido sobre las propiedades medicinales de algunas hierbas y ayudaba a procurar curaciones a los enfermos. Tenía el rostro radiante de pasar largas horas rezando. Le apodan ‘Martín de la caridad’. (murió en 1639)”, contó.


“En el mismo Convento Juan acababa de poner pan para los pobres en el horno y pudo quedarse un rato conversando mientras revisaba la cocción. En la portería del Convento lo esperaban unos cuantos pobres que recibieron junto con el pan recién horneado el pan de la catequesis que con mucho cariño les da Juan Macías. (murió en 1645)”, añadió. “A cinco cuadras de allí queda la casa donde había vivido Rosa. Falleció hace unos pocos años (en 1617) y todos la recuerdan con mucho cariño. Estuve en la pequeña ermita que ella se había construido para rezar. Cuentan que veía al Niño Jesús y lo cobijaba en sus brazos”.


Por último, monseñor Lozano dijo que vio “el lugar donde calentaba agua para lavar a los enfermos pobres que albergaba en su casa para sanarlos y darles de comer. Martín de Porres y Rosa de Lima recibieron el sacramento de la Confirmación -en fechas diversas- de manos del Obispo Toribio” y terminó con una reflexión “qué cosa linda los santos, ¿no?”.+

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