Los prelados explicaron el significado de la solemne y festiva entrada de Jesucristo en Jerusalén y precisaron que es una buena oportunidad para un profundo examen de conciencia, sobre cómo se vive el llamado a la santidad en el ejercicio de la condición de ciudadanos.
En casos, también, refirieron a temas de actualidad como el aborto y la necesidad de cuidar y acompañar a las madres, sobre todo las jóvenes.
* Mons. Andrés Stanovnik OFMCap (Corrientes): “Al iniciar esta semana, en la que recorreremos piadosamente los grandes momentos en los que se apoya nuestra fe, hagámonos algunas preguntas. Por ejemplo, ¿Le dedicaré más tiempo para estar con Dios, escuchar su Palabra, entrar en alguna iglesia y detenerme frente al Santísimo para adorarlo? ¿Ante él, que siempre perdona al que se arrepiente de corazón, estoy dispuesto a acercarme a aquella persona de la que estoy distanciado? Probablemente conozca personas que están pasando necesidades más o menos extremas, o que necesitan de una palabra de aliento, ¿voy a ser generoso con ellas? ¿Tengo sincera disposición y apertura para el diálogo con mi esposa, mi esposo, en la familia, en el trabajo, en la función pública? Son algunas preguntas que deberíamos hacernos para abrir nuestro corazón a Dios y a nuestros hermanos, y prepararnos a vivir con renovado gozo y esperanza las próximas fiestas pascuales”. Texto completo de la homilía
* Mons. Antonio Marino (Mar del Plata): “Esto no es sólo historia, sino una realidad que se actualiza en nuestra vida personal y social, y no podemos mirar hacia el costado. La agonía de Cristo y su soledad, el sueño de los discípulos, así como la traición de Judas, las negaciones de Pedro, el abandono de sus seguidores, se prolongan en la historia. Cristo es abandonado en los ancianos en los que nadie piensa. Es negado cuando no lo reconocemos en los rostros dolientes de tantos hermanos, y cuando pudiendo hacer algo por ellos nos escapamos y huimos de lo que nos molesta. Es condenado a muerte cuando una ley propicia el aborto. Es traicionado por los cristianos cuando prefieren la popularidad y el número de votos, a costa de la verdad y de la recta conciencia”. Texto completo de la homilía
* Mons. Luis Urbanc (Catamarca): “El secreto de una saludable vida cristiana radica en ser sencillos como niños y responsables como quien ha madurado en la vida. Si algo debo insistir, es que nos ocupemos de verdad, con perseverancia y excelencia, en el cuidado de nuestras cada vez más jóvenes y numerosas mamás. Biológicamente idóneas para gestar una vida humana, pero humanamente inmaduras. No se trata de condenarlas, sino de ayudarlas para que tomen conciencia de lo que está pasando en sus vidas. Necesitan justipreciar y reflexionar sobre lo sagrado que es la vida que Dios les confía y que para ello también debe acompañarlas con responsabilidad el coartífice de la misma. Lamentablemente, hoy se ha transformado en una pandemia la procreación sin la madurez y estabilidad afectiva de sus progenitores. A los cristianos, tal situación, nos convoca a una creativa, generosa, paciente y cualificada tarea para saber educar a los niños y adolescentes de modo que se preparen virtuosamente a asumir sus actos según los designios divinos, que los conocemos por medio de la Revelación, bajo la segura orientación del Magisterio de la Iglesia. Aquí no valen las excusas; todos, especialmente los esposos y padres, tenemos que estar preparados para ‘saber dar razón de nuestra esperanza a aquellos que nos la pidan’, y éstos son en primer lugar los niños y adolescentes”. Texto completo de la homilía
* Mons. Juan Rubén Martínez (Posadas): “Este tiempo fuerte de Semana Santa y Pascua, es una oportunidad para que todos, pero especialmente los cristianos y en particular aquellos que tenemos distintas responsabilidades dirigenciales y sociales, realicemos un profundo examen de conciencia, sobre cómo vivimos el llamado a la santidad, en el ejercicio de nuestra condición de ciudadanos. Acompañar a Jesucristo, el Señor, en estos días implica internalizar el camino, la verdad y la vida que el Señor quiere darnos. Quiero subrayar la necesidad de ‘participar’ en todas las celebraciones de Semana Santa. Esto llenará de sentido nuestras vidas y nos animará a renovarnos como hombres y mujeres ‘pascuales’, para que renovados en la fe podamos ser fermento de transformación social y globalizar la solidaridad”. Texto completo de la reflexión
* Mons. Martín de Elizalde OSB (Nueve de Julio): “Entrar con Jesús en Jerusalén, ser acogidos en su templo, es una profesión de esperanza, es renovar nuestra certeza que la promesa será cumplida. El duro combate de estos días, la experiencia de la generosa entrega de amor de Jesús, nos enseña y prepara, para ser, como nos dice el papa Francisco, verdaderos misioneros: ‘Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. Allí está el manantial de la acción evangelizadora. Porque, si alguien ha acogido ese amor que le devuelve el sentido de la vida, ¿cómo puede contener el deseo de comunicarlo a otros?’. Encomendamos a la Virgen Santísima, que desde el silencio estaba siempre junto a su Hijo, nuestra conversión, para que al entrar con Jesús en la ciudad, compartamos con fe, con alegría y amor, con esperanza, sus mismos sentimientos, abracemos los mismos propósitos, seamos sostenidos por la misma fuerza que viene de lo alto”. Texto completo de la homilía
* Mons. Jorge Lozano (Gualeguaychú): “Acompañar a Jesús de cerca no nos deja de la misma manera. Seguramente te vas a llevar un ramo de olivo a casa. Te recordará haber aclamado a Cristo como Rey. Es un signo de compromiso. Como un distintivo. Es mucho más que llevar la camiseta de tu equipo favorito. Es como un regalo o un recordatorio de amor de tu mejor amigo. Pero además es un signo de haberlo aclamado como pueblo en una alegría comunitaria. En estos días muchos aprovechan para confesarse, pedir perdón por los pecados. Todos tenemos cosas de las cuales arrepentirnos. Dios es amor, es misericordia. Quiere abrazarnos y hacernos sentir en casa. Si todavía no te confesaste o hace muchos años que no lo hacés, preguntate si este no será el momento”. Texto completo de la editorial
* Mons. Vicente Bokalic CM (Santiago del Estero): “Quería bochinche, por eso están los niños aquí conmigo, como decía el papa Francisco en Río, hagan lío, pero lío no significa destruir, no es gritarnos cosas groseras ni hacer desastres, sino inundar nuestras casas, las calles y los pueblos de felicidad. Vamos a hacer la semana de misiones, eso significa ir al encuentro de los demás, para llenarlos de alegría, de sus dones, compartir su misión, tenemos que hacerlo también. Debemos acercarnos a las personas que no pudieron participar, porque Jesús es el enviado de Dios, el misionero del Padre, nosotros tenemos que ser misioneros también, salir al encuentro de nuestros semejantes, donde está el sufrimiento, la desesperanza, allí tenemos que ir nosotros. Elijamos una familia, quizás donde hay discordias, hermanos que no se saludan o se han peleado. Qué lindo es tener estos gestos para que la bendición llegue a ellos”.
* Mons. Eduardo Taussig (San Rafael): “Lo queremos seguir como a Francisco, al obispo, como al sacerdote que nos guía en cada comunidad, como también queremos que los demás puedan seguir a cada cristiano como a Jesús, sencillo, humilde y comunicando la alegría del Evangelio. Lo hacemos mirando la historia. Esta Semana Santa culminará en la Octava de la Pascua, cuando el Papa canonice a Juan Pablo II y a Juan XXIII, dos grandes del siglo XX. La Semana Santa nos invita, así, a hacer memoria como Iglesia reciente y reconocer las obras de Dios mirando al cielo y a la tierra, a nuestro hoy y a la providencia eterna que nos gobierna, que nos guía y que nos acompaña y así a cobrar fuerza para dar testimonio, salir, misionar, anunciarles a todos la alegría del Evangelio”.
* Mons. Sergio Buenanueva (San Francisco): “Al entrar en la Semana Santa, también nosotros, con Jesús y como Él miremos hacia el futuro. Recordamos su entrada en Jerusalén como primer acto de su gloriosa Pasión. Pero no lo hacemos para quedarnos fijos en el pasado. Miremos esa copa generosa de vino nuevo que Jesús compartirá con nosotros en el Reino del Padre. Miremos también nosotros el futuro de Dios. El futuro que es Dios nuestro Padre, en cuyas manos están la vida y la resurrección. Reavivemos la esperanza. Y una esperanza activa, mucho más potente que la mera resignación. De esa confianza esperanzada nació la Eucaristía que hoy alimenta nuestro caminar y todas las luchas más genuinas del ser humano: la lucha por la justicia, por la amistad entre las personas, las sociedades y los pueblos; la lucha contra toda forma de violencia, teniendo el coraje del perdón y de la reconciliación”. Texto completo de la homilía
* Mons. Juan Chaparro (San Carlos de Bariloche): “La cruz, al mismo tiempo que es signo del amor hasta el extremo de Jesús, y de Dios su Padre, manifiesta toda la maldad que existe en el corazón del ser humano, capaz de entretejer violencia y muerte. Sin embargo, para el cristiano existe el amanecer de la Pascua como horizonte de vida: la muerte no vencerá definitivamente, porque Dios Padre recibe la vida de su hijo y la hace resurgir, trayendo Resurrección para todos los que creen y esperan en él. Esa es la verdad definitiva. Por eso introducirnos en la Semana Santa, la semana más importante del año, es transitar junto a Jesús, el que se entrega, el que sufre, y juntos, gritar la alegría del Señor Resucitado”. Texto completo de la reflexión
* Mons. Ángel Macín (Reconquista): “Jesús siempre se mostró humilde, nunca hizo alarde de su condición divina, tampoco respondió con violencia ante los violentos. Tenemos que aprender a abajarnos, despojarnos de nuestro orgullo, de nuestra soberbia, para caminar desde la inquietud hacia la paz individual, comunitaria y social”.
* Mons. Marcelo Martorell (Puerto Iguazú): “La Iglesia nos propone la Pasión de Cristo con toda su cruda realidad para que quede claro que Él siendo verdadero Dios, es también verdadero hombre y que como tal sufrió. Y que anonadando todo vestigio de su naturaleza divina, se hizo hermano de todos los hombres hasta compartir con ellos el sufrimiento, el dolor, y la muerte. Y todo esto para hacer al hombre partícipe de su divinidad. Hoy comienza la Semana Santa, vivamos con un corazón bien dispuesto y sigamos los pasos de Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección, para que unidos a Él encontremos nueva vida, y renovados en Él podamos ser participes de la renovación del mundo y de la sociedad que nos rodea”. Texto completo de la homilía
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