Buenos Aires (AICA): Judíos y cristianos compartieron ayer un encuentro de reflexión y oración sobre los Salmos en el santuario del Centro de Schoenstatt, Riobamba 1050. Expusieron reflexiones sobre los salmos 121 y 122, en el judaísmo y en el cristianismo, el rabino Arieh Sztokman y el presbítero Guillermo Carmona, de la comunidad de los Padres de Schoenstatt. “Mirar la vida desde la eternidad –afirmó- es encontrarle sentido a lo que estamos haciendo acá, a lo concreto, a lo terreno”, dijo el padre Carmona.
Expusieron reflexiones sobre los salmos 121 y 122, en el judaísmo y en el cristianismo, el rabino Arieh Sztokman y el presbítero Guillermo Carmona, de la comunidad de los Padres de Schoenstatt (uno de los seis institutos seculares del Movimiento Schoenstatt, del cual el padre Carmona fue superior en la Argentina).
El rabino Sztokman reflexionó sobre el salmo 121, que fue cantado y dice: “Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor”. Al enfocar el concepto de alianza –con Noé, con Abraham, con Moisés-, el rabino se preguntó: “¿Hemos firmado la alianza con Dios? ¿Nos hemos olvidado del pacto?”. Dijo que un pacto se firma entre iguales, no con un subordinado, y que Dios nos eleva espiritualmente y nos pone a su altura para firmar un pacto con nosotros. Apuntó que como una madre escucha a su hijo y advierte lo que le pasa, Dios nos cuida, nos ayuda, nos regala su confianza. Y debemos responder con la oración, con el cumplimiento de su mandato.
El padre Carmona dijo que ningún otro libro del Antiguo Testamento es mencionado tanto en el Nuevo como lo es el libro de los Salmos. Y señaló que Jesucristo y la Virgen María habrán rezado y cantado los Salmos. “No es historia de otros, sino nuestra”, dijo. Indicó que los Salmos podrían ser rezados por cualquier persona creyente en Dios porque remiten a experiencias, situaciones existenciales –de gozo, de desolación, de muerte, de pecado, de arrepentimiento (como el salmo 50 “Miserere”)- que todos atraviesan y comprenden. “¿Qué rezo yo ante tal situación?”, puede preguntarse cada uno. Destacó en algunos salmos la alabanza a la grandeza de Dios; en otros, la petición ante el peligro, o el agradecimiento, o el arrepentimiento.
Dijo que en una perspectiva cristiana, nuestra vida es una gran peregrinación a la Jerusalén del cielo y vinculó el Salmo 121 –“Ya están pisando nuestros pies/tus umbrales, Jerusalén”- con los capítulos 20 y 21 del Apocalipsis. “Mirar la vida desde la eternidad –afirmó- es encontrarle sentido a lo que estamos haciendo acá, a lo concreto, a lo terreno”. Se refirió a una vivencia profunda de la alianza con Dios en el día a día y subrayó que el fin último es el abrazo con Dios en la eternidad.
El encuentro judeo cristiano con los Salmos, presentado como un espacio de reflexión con la oración común a judíos y cristianos, fue organizado por la Confraternidad Argentina Judeo Cristiana (confraternidadjc.blogspot.com), la Comisión de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Arquidiócesis de Buenos Aires (http://ift.tt/1mV6ooh) y el Movimiento de Schoenstatt-Santuario del Centro (http://ift.tt/1mV6ool). Era también intención del encuentro rezar por la paz en Medio Oriente.
Una integrante del movimiento de Schoenstatt presentó a los disertantes y contó que cuando llega al centenario de su comienzo en una pequeña capillita en Alemania Schoenstatt continúa siendo una familia espiritual, donde quien se acerca encuentra un hogar.
Un coro de tres personas de la Iglesia Anglicana entonó varias canciones, con suave tono melódico en un clima de oración, que acompañaron todos los presentes, unas cincuenta personas. Entre otras, una que decía: “Dios de pactos, confío en tus promesas. Descanso en tu palabra. Por tu gracia estoy aquí”. (Jorge Rouillon )
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