Hijo de un prestigioso cirujano, el doctor Carlos A. Velasco, un médico humanista de gran afición por la música y las reuniones culturales, y de Blanca Suárez Videla, había nacido en Buenos Aires hace 79 años. Cursó sus estudios en la Escuela Argentina Modelo y luego ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Allí tuvo una activa intervención en un movimiento estudiantil de inspiración cristiana, la Liga Humanista, que él recordaba siempre como una experiencia que habiendo surgido de pequeños grupos en pocos años logró tener una notable expansión hasta alcanzar en la década del 60 el rectorado de la UBA con los rectores Julio H. G. Olivera e Hilario Fernández Long. En el último tiempo estaba reuniendo materiales y escritos sobre esa corriente cuyo desarrollo vivió desde adentro, y había sido invitado a exponer en la Facultad de Derecho sus recuerdos y comentarios.
Jorge Velasco Suárez fue tesorero del Centro Unico de Medicina (CUM), que agrupaba a los estudiantes de esa facultad y presidía su hermano Carlos Velasco Suárez, fallecido en 2013, que fue luego un prestigioso psiquiatra y promovió la Fundación Argentina para la Salud Mental (FASAM).
Animado por ideales democráticos y republicanos, formó parte de la resistencia estudiantil al gobierno peronista de la época y su participación en una huelga de estudiantes determinó que sufriera prisión en la cárcel de Villa Devoto del 25 de octubre de 1954 al 31 de marzo de 1955. En esa lucha, compartieron afanes y prisión estudiantes de distintas tendencias o pensamientos, opuestos todos a la política oficial en la Universidad: católicos humanistas, socialistas, radicales reformistas, comunistas, independientes, etc. Mantuvo relaciones de amistad con muchos de ellos a lo largo de su vida, y participaba décadas después de reuniones evocativas de aquellos acontecimientos.
Un tiempo después, en el mismo año 1955, fue nuevamente preso a Villa Devoto, junto con su hermano Carlos y muchos otros católicos que se habían reunido dentro de la catedral de Buenos Aires para defenderla de los ataques de grupos de la Alianza Libertadora Nacionalista, encabezada por Guillermo Patricio Kelly, en momentos en que arreciaba la política oficial contra la Iglesia.
No concluyó la carrera de medicina, que siguió hasta el cuarto año, pero profundizó en estudios filosóficos, literarios y políticos. En 1965 participó en un ambicioso proyecto privado de contenido social llamado Programa Argentino de Seguridad Social (PASS), que inspirándose en ejemplos europeos, preveía brindar soluciones efectivas a los problemas de las jubilaciones y pensiones. Participó activamente en los trabajos de equipos coordinados por Agustín Morello donde había figuras como los ingenieros Hilario Fernández Long y Horacio Reggini; los sociólogos Juan Carlos O’Donnell y José Enrique Miguens, el filósofo Carlos Sacheri, el jurista Humberto Podetti, la lingüista Ivonne Bordelois, etc.
Unos años después fue secretario de Planeamiento en la provincia del Chubut y a partir de 1970, durante varios años, director administrativo del Centro Nacional Patagónico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), residiendo en Puerto Madryn. Fue luego director nacional de Planeamiento en la Secretaría de Ciencia y Técnica, y más tarde subsecretario de Asuntos Hídricos del Ministerio de Obras Públicas.
A partir de 1983, en la Cámara de Diputados de la Nación fue director durante once años, hasta su retiro. Fue asesor del bloque del Movimiento Popular Jujeño –donde colaboró con Horacio Guzmán, ex gobernador radical intransigente de Jujuy y luego diputado, y su hija, la varias veces diputada Cristina Guzmán- y tuvo mucha importancia en la conformación de alianzas y políticas conjuntas de diversos partidos y fuerzas provinciales. Por su interés, conocimiento y versación en la acción parlamentaria había quienes lo consideraban prácticamente como un diputado aunque no tuviera una banca.
En 1989, fue elegido elector de senador nacional por la Capital Federal sosteniendo la candidatura de Fernando de la Rúa, en una boleta de la Confederación Federalista Independiente (CFI), que llevaba la candidatura presidencial Eduardo Angeloz-Cristina Guzmán. Y mantuvo sin flaquear esa postura en el Colegio Electoral, aunque (no obstante haber salido ampliamente primero en votos De la Rúa, de por sí con los de la UCR, y más aún sumando los sufragios de la CFI) este colegio terminó consagrando senador a Eduardo Vaca, al volcarse los electores de la Ucedé al candidato justicialista.
Gran lector de política, historia, literatura, admirador de escritores ingleses como G.K.Chesterton y de C.S. Lewis, en quienes apreciaba su buen humor, su imaginación y su sensatez, Velasco Suárez formaba parte de la Sociedad Chestertoniana Argentina, de la que era secretario desde el año 2005. También participaba en otras entidades culturales, como Sabiduría Cristiana, integrada por seguidores del filósofo Emilio Komar. Amante cultor de la música folclórica, afecto al fútbol, al mate y a fumar en pipa, era un hombre de conversación amena y aguda percepción del nudo central de los muy variados asuntos que despertaban su interés.
Casado en 1963 con Marta Leclerq, formó una familia unida por profundos lazos de afecto y sólidos principios. El matrimonio tuvo seis hijos –Santiago, Javier, Diego, María, Juan y Jorge Manuel- y once nietos. Su esposa había fallecido hace años.
Católico ferviente, de fe asentada en un sólido conocimiento de la doctrina y en la piedad personal, era un hombre de oración, de comunión diaria. Tenía un oratorio en su vieja casa y una segura confianza en la providencia de Dios. En su escritorio, entre libros, imágenes, fotos, tenía encuadrada una copia de la carta que el papa Francisco había enviado en mayor de 2013 a su hermano Carlos, a quien llamaba “querido doctor Velasco Suárez” y decía: “Me siento cercano a Usted y sé que en su oración de hombre creyente me acompaña en este trabajo”.
Ayer, uno de sus sobrinos, el presbítero Pedro Velasco Suárez, sacerdote de la prelatura del Opus Dei, capellán en dos colegios en Barracas, celebró una misa de cuerpo presente en su casa. Y a la noche ofició un responso, en el que recordó el sentido cristiano de la vida y de la muerte. Habló del llorar, que reconoce nuestra impotencia, y del reír, que revela y manifiesta la confianza en Dios, como tuvo él en su vida, con la gloriosa esperanza del cielo. Hijos y sobrinos del hombre fallecido cantaron distintas canciones religiosas, acompañados por una guitarra. Entre ellas, “Bendita sea tu pureza”, en consonancia con la devoción mariana que impregnó su vida y la de su familia. Y todos los presentes rezaron la Salve a la Virgen.+ (Jorge Rouillon)
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