Murió monseñor Guillermo Leaden, decano del Episcopado argentino

Monseñor Guillermo Leaden SDB, decano del Episcopado argentino, murió hoy pocos días antes de cumplir 101 años, con 82 años de profesión religiosa salesiana, 72 de sacerdote y 38 de obispo.

Los restos del prelado, uno de los pocos obispos argentinos en alcanzar esa edad, serán velados desde esta tarde en la catedral de Buenos Aires.


La misa exequial será presidida mañana a las 11 por el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, tras la cual los restos de monseñor Leaden serán inhumados en la cripta de la catedral porteña, donde también descansan otros cardenales y obispos de Buenos Aires.


Misa por los 20 años del atentado a la AMIA

El rector de la catedral, presbítero Alejandro Russo, confirmó que la oración interreligiosa por los 20 años del atentado a la AMIA, prevista para hoy a las 19, no se suspende.


"Es un raro designio de Dios, ya que por varios años monseñor Leaden fue responsable del diálogo judeo-cristiano", dijo en declaraciones a AICA.


El recuerdo de AICA

A modo de recuerdo, reproducimos una semblanza de su vida que el mismo monseñor Leaden escribió para AICA con motivo de sus bodas de plata episcopales y que esta agencia publicó en julio de 2000.


Un camino ya recorrido…

“Nací en Buenos Aires el 20 de julio de 1913 en una tradicional familia irlandesa de honda vocación religiosa. Mis padres eran Patricio José y Brígida Ussher. Los hermanos de mi madre alcanzaron relevancia eclesiástica: monseñor Santiago M. Ussher, el salesiano padre Tomás Ussher y las hermanas de María Auxiliadora: sor María Juana, que por 30 años ejerció su apostolado en las Islas Malvinas, Catalina y Ana Ussher.


“Tuve siete hermanos, entre los cuales, Alfredo, fue sacerdote y provincial de la Sociedad del Apostolado Católico (Padres Palotinos) que en tiempos difíciles junto con tres miembros de su Congregación en la parroquia San Patricio, de Belgrano, llegaron a dar la vida por su compromiso profético en 1976.


“Fui bautizado en la parroquia San Carlos Borromeo de Buenos Aires el 2 de agosto de 1913. Hice la primera comunión en la iglesia de Jesús Sacramentado (Av. Corrientes 4441) de la misma ciudad, el 25 de diciembre de 1920.


“Mi vocación religiosa despertó en el Colegio Pío IX, en donde cursé mis primeros estudios. Ingresé al Aspirantado de Bernal en 1928. Allí hice el noviciado con la primera profesión de salesianos que fue el 26 de enero de 1932 y luego culminé mis estudios del Magisterio. En 1935 hice el trienio en el Colegio Domingo Savio, de Santa Rosa (La Pampa) y el 29 de enero de 1938 mi Profesión Perpetua en Bernal. Realicé los estudios de Teología en el Instituto Villada (Córdoba) y fui ordenado presbítero por monseñor Fermín Emilio Lafitte, arzobispo de Córdoba, el 23 de noviembre de 1941.


Cronología

1942. Por ocho años fui profesor y catequista en los colegios Don Bosco y San Francisco de Sales, de Buenos Aires.


1951. Me desempeñé como director de los colegios San Antonio (México 4050), San Francisco de Sales (Hipólito Yrigoyen 3900) y Santa Catalina (Piedras 1527) de Capital Federal.


1963. El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Antonio Caggiano, me nombró párroco de San Carlos Borromeo (Basílica María Auxiliadora).


1967. El cardenal Caggiano me designó miembro de la Comisión Arquidiocesana de Liturgia.


1969. El arzobispo coadjutor, a cargo del gobierno pastoral de la arquidiócesis de Buenos Aires, monseñor Juan Carlos Aramburu, me nombró Vicario Episcopal de la Zona de Belgrano.


El 28 de mayo de 1975, el papa Pablo VI me eligió obispo titular de Theudalis y auxiliar de Buenos Aires.


El 8 de agosto de 1975 fui consagrado obispo en la catedral de Buenos Aires por monseñor Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Buenos Aires, siendo co-consagrantes los obispos Miguel Raspanti SDB, de Morón, y Miguel Ángel Alemán SDB, de Río Gallegos.


Hasta aquí la breve autobiografía, que completamos con otros datos:


Después de su renuncia

Monseñor Leaden fue vicario episcopal de la zona Belgrano de la arquidiócesis de Buenos Aires durante 22 años. En 1988, al cumplir 75 años de edad y de acuerdo con la normativa canónica que así lo indica, presentó su renuncia al oficio de auxiliar de la arquidiócesis porteña, renuncia que Juan Pablo II le aceptó cuatro años después, el 10 de abril de 1992. Desde esa fecha reside en la comunidad salesiana de Almagro (Don Bosco 4002, Buenos Aires), donde por un tiempo prolongado siguió dedicado a tareas pastorales. Pese a sus altos años nunca dejó de celebrar su misa diaria, a veces solo y otras con la asistencia de amigos.


También continuó siendo presidente de la Asociación Eclesiástica de San Pedro (Mutual del Clero) que presidió y animó por muchos años, hasta que fue elegido su reemplazante.


Monseñor Leaden fue también asesor nacional de la Confederación de Uniones de Padres de Familia de los Colegios Católicos (CUPFRA); asesor arquidiocesano de la Acción Católica Argentina y asesor de la Fundación de Educación para la Paz (FEDEPAZ), entre otros cargos pastorales.


La placidez de su temperamento, iluminado por una suave y cautivante sonrisa, y su delicada actividad de consejero paternal para cuantos se acercaron a él en busca de paz y sosiego para sus almas, lo convirtieron en un bondadoso y amable patriarca, que el próximo sábado 20, al cumplir sus frescos 100 años y en plena lucidez, recibirá los calurosos saludos de cuantos fueron testigos de su virtuosa vida al servicio de la Iglesia, de su congregación salesiana y del Pueblo de Dios.


Actitud humana, cristiana y sacerdotal de un hombre íntegro

El 20 de julio de 1988, en la misa de los 75 años de vida de monseñor Leaden, celebrada en la parroquia San Martín de Porres, de Buenos Aires, la homilía fue pronunciada por su secretario particular en la Vicaría de Belgrano, monseñor Gustavo Enrique Podestá, quien, entre otros conceptos dijo:


"El ministerio sacerdotal excede a la persona que la ejerce, y aun el más indigno y pecador e ignorante sacerdote puede efectuar, lo mismo, actos sobrenaturalmente eficaces en orden a la santificación de los fieles. Pero también es cierto que la plena trasparencia del signo sacerdotal solo se da en aquellos que, más allá del ‘sello’ de su ordenación y de los gestos rituales, se identifican con Cristo en el amor, acompañan su oficio con su ejemplo y con su palabra docente de sabiduría bebida en estudio y oración".


"Y, cuando esa identificación, ese testimonio y esa sabiduría no es el vano impulso de un día, el relumbrón piadoso del neopresbítero, las palabras nuevas aprendidas en el seminario, la pose o el fogonazo del ímpetu pasajero, sino la actitud humana, cristiana y sacerdotal, serena, prolongada en el tiempo, perseverante, salesiana, añeja, eficaz en el llano y en el gobierno, como estudiante y como novicio, de director y de párroco, de sacerdote y obispo, de médico de almas y de asesor de instituciones, estamos hablando, entonces, del buen pan y del cáliz brillante que hace a la dignidad de la Eucaristía, del agua limpia que hace al significado del Bautismo, de la pulcritud del templo que hace al decoro de los sacramentos, del hombre íntegro que hace a la prez del sacerdocio".+



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