Santa Fe (AICA): “La persona que busca el bien y la verdad, la justicia y la paz, está a la puerta de la gracia del encuentro con Dios”, aseguró el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, en su reflexión semanal. “La ‘lógica continuidad’ entre lo humano y divino se da en nosotros por nuestra común condición de criaturas, que nos habla y refiere a un mismo Dios Padre y Creador. Acercarnos a la Palabra de Dios con un corazón abierto es el comienzo de un diálogo único y personal”, aseguró.
“Podemos distinguir entre la eficacia y la fecundidad de la Palabra de Dios. El profeta Isaías pone el acento en su eficacia: ‘la palabra que sale de mi boca, no vuelve a mi estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero’. La parábola del sembrador que leemos en san Mateo, nos muestra la importancia del terreno que la recibe”, explicó.
“La Palabra, en la figura de la semilla, siempre es eficaz, pero su fecundidad depende del terreno donde cae. Esto introduce el tema de nuestra libertad, hay algo que siempre depende de nosotros”, agregó en su alocución semanal.
El prelado santafesino aclaró que “Dios no ha creado ‘robots’, sino hombres libres. Es cierto, también, que todo depende de Dios. Por ello nuestra principal oración debe ser pedirle al Señor ser tierra fecunda. La vida cristiana no es voluntarismo. Estamos ante el misterio de nuestra libertad y la gracia. San Agustín, como teólogo de la gracia concluía su oración diciendo: ‘da quod iubes, et iube quod vis’, que podríamos traducirla: dame Señor (como gracia) lo que me pides, y después pídeme lo que quieras”.
Tras indicar que “la oración como preparación para recibir la Palabra de Dios, hay un plano que llamaría humano de rectitud moral”, afirmó que “la persona que busca el bien y la verdad, la justicia y la paz, está a la puerta de la gracia del encuentro con Dios”.
“Si bien debemos hablar de un salto entre el orden natural y el sobrenatural hay, sin embargo, una lógica continuidad. En este camino de preparación al encuentro con Dios debemos hablar, también, del valor de la conciencia del hombre. San Pablo, cuando se refiere a los paganos que guiados por la naturaleza viven una correcta vida moral, dice que esto se debe, a que dicha Ley moral está inscripta en sus corazones: ‘Así lo prueba el testimonio de su propia conciencia, que unas veces los acusa y otras los disculpa’”, explicitó.
Por último, monseñor Arancedo dijo que “esta ‘lógica continuidad’ entre lo humano y divino se da en nosotros por nuestra común condición de criaturas, que nos habla y refiere a un mismo Dios Padre y Creador. Acercarnos a la Palabra de Dios con un corazón abierto es el comienzo de un diálogo único y personal”.+
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