Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, comentó el evangelio del sexto domingo durante el año, previo al inicio de la Cuaresma, en el que se relata la curación de un leproso. El prelado recordó que Jesús ha venido a redimir al hombre de sus pecados y consecuencias, y destacó el don de la fe y el abandono a Dios de este enfermo que conmueve a Jesús.
Monseñor Martorell explicó que la ley mosaica prescribía que los leprosos debían alejarse de los poblados, pues los hebreos pensaban que la lepra era un castigo de Dios por los pecados cometidos, y en consecuencia los leprosos eran huidos de todos y tenidos por impuros. Quedaban abandonados a su suerte y a la providencia de Dios. También comentó que Jesús, sabiéndose el Señor de la vida, va anunciando la salud de los pecadores y la curación de los enfermos. En consecuencia, su prédica transgredía la norma antigua.
El obispo rescató del relato evangélico la fe del leproso, que se acerca al Señor y le dice «Si quieres, puedes curarme». Al respecto dijo: “Aquel hombre enfermo y despojado no duda del amor de Dios; nosotros, quizás por menos, abandonamos y renegamos de Dios y de su Providencia. El leproso sabe por el misterio de la fe que Dios todo lo puede, basta sólo que Él lo quiera hacer”.
El prelado también observó que Jesús no deja de lado la Ley de Moisés, y por tanto envía al leproso curado a presentarse al sacerdote y ofrecer un sacrificio por su purificación.
“El amor puede hacer legítima la transgresión de la ley en determinados preceptos, pero no autoriza nunca la actitud de algunos que, bajo el pretexto de una mayor libertad en el ejercicio del amor, querrían liberarse de toda la ley. La primera ley es la del amor, pero el amor no es auténtico sino va ordenado a Dios en el cumplimiento de la ley y si no pone a Dios y su voluntad por encima de todo. No sería nunca lícito infringir la ley por propio capricho o por deseos desordenados”, manifestó.
Monseñor Martorell concluyó su predicación considerando que la actitud de fe del leproso deja una enseñanza y una esperanza: “Nuestro corazón, herido por los males del tiempo, lastimado, como lastimado está el cuerpo del leproso, podría arrodillarse ante el Señor y decirle «¡Señor si quieres puedes curarme!». Jesús puede sanar y quiere hacerlo. Él, como salvador, llevará sobre sí mismo la lepra del pecado, aparecerá despreciado y evitado por los hombres”.
“Quizás –agregó- pudiéramos pedir a Dios el don de la fe y de tanto amor por Dios que nos lleve a decir «¡Señor, si quieres, puedes curarme!»”.+
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