La Rioja (AICA): El obispo de La Rioja, monseñor Marcelo Daniel Colombo, invitó a la comunidad diocesana a recorrer “provechosamente” el itinerario penitencial de Cuaresma, al recordar que “el ayuno, la oración y la solidaridad nos ayudan a concentrarnos en lo esencial de nuestra vida de fe”. Pidió afrontar la programación pastoral del año, para “mirar a nuestras Cáritas parroquiales, cuidar de las familias heridas y abrirnos a las urgencias del mundo de los jóvenes” y puntualmente alentó a crear en la diócesis espacios, similares a la Fazenda Esperanza, para atender la problemática de las adicciones.
En esta perspectiva, el prelado estimó que “el ayuno, la oración y la solidaridad nos ayudan a concentrarnos en lo esencial de nuestra vida de fe” y pidió, como lo hace el pontífice, “a superar toda forma de indiferencia para no desentendernos del hermano, del que sufre, del que está atravesando un mal momento. Además de esa indiferencia personal, el Santo Padre describe aquella indiferencia globalizada en la cual el desentendimiento y la frialdad dejan en la miseria y el dolor a los pueblos más pobres”.
“El encierro en uno mismo entendido como repliegue y desentendimiento de la vida de los demás nos pierde y aleja. La oración encarnada y comprometida así como la solidaridad expresada en gestos concretos, nos vuelven al centro del corazón de Cristo y de su Iglesia”, aseguró.
El obispo riojano consideró necesario pasar desde el mensaje del Papa a la vida de “nuestras propias comunidades en este tiempo en que también afrontamos la programación pastoral del año, para mirar a nuestras Cáritas parroquiales, cuidar de las familias heridas y abrirnos a las urgencias del mundo de los jóvenes”.
Monseñor Colombo alentó a “aportar al desarrollo de una cultura del trabajo, aún con las limitaciones de la realidad, es una tarea educativa nos compromete como adultos, en nuestra calidad de padres, educadores, sacerdotes, trabajadores, empresarios o gobernantes”.
“Mucho se ha dicho en este tiempo del alarmante problema de las adicciones en el mundo juvenil. Solemos referirnos especialmente a la droga y al alcohol. No olvidemos tampoco las terribles consecuencias de la ludopatía y el consumismo. Evidentemente nos enfrentamos a fenómenos globales con responsables concretos, con personas e intereses que se benefician en su condición de mercaderes de la muerte. No podemos ser ingenuos en esto; menos, desentendernos o sustraernos de nuestro propio aporte al bien común”, reconoció.
“Si la Cuaresma es un tiempo para formar el corazón, les propongo que busquemos reforzar en nuestras comunidades espacios formativos para dialogar sobre esta temática con realismo y esperanza. Nada podremos hacer con un lenguaje rígido o desde una pretendida superioridad. Por el contrario, buscar entender lo que piensan y sufren los jóvenes y sus familias es el punto de partida más adecuado para acompañar y sostener la vida amenazada”, agregó.
Por último, monseñor Colombo estimó que es necesario “crear en nuestra diócesis otros espacios similares a la Fazenda Esperanza que tanto bien hace para recibir y contener a aquellos jóvenes que desean renovar sus vidas, rechazando con coraje y perseverancia la muerte. Y sobre todo, procuremos fortalecer los canales de comunicación en nuestras familias y comunidades, en nuestros colegios e instituciones para que el diálogo permita anticiparnos al aislamiento y el vacío que experimentan nuestros jóvenes, agravados en muchos casos por la incertidumbre sobre su futuro y sobre su propia capacidad para afrontarlo”.+
Texto completo de la carta pastoral
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