Carta de la diócesis de Reconquista: "Las dos vidas deben ser custodiadas"
“Mucho hemos escuchado en estos últimos meses acerca de la vida humana, su concepción, y las diversas etapas de su desarrollo hasta su término natural”, y acuerdan en que “la vida es el primero y la base de los demás derechos, ya que supone el reconocimiento de la dignidad inherente a todas y a cada una de las personas, independientemente de las circunstancias y limitaciones en las que se encuentre”.
“En el debate sobre la legalización del aborto, nadie puede quedar como mero espectador. La vida vulnerable está asediada, atacada por diversos factores de violencia y muerte, y necesita ser urgentemente defendida y custodiada por todos los actores sociales y el Estado en primer lugar”, advierten.
“Erróneamente se ha querido contraponer el valor de una vida sobre la otra, como sí ambas fueran enemigas o una no pudiera existir junto a la otra”, señalan. “La falacia en este postulado es aquella que nos dice casi dogmáticamente, que elegir supone elegir la propia vida sobre la del otro”, afirman, y consideran que “la construcción de una Patria más justa solo puede darse sobre el reconocimiento de la común dignidad de todos los ciudadanos, ya que ninguno puede ser considerado un desecho, ni mucho menos descartado en aras de la obtención de una vida más confortable”.
En segundo lugar, reclaman: “Sin presente no hay futuro”. En ese sentido, recuerdan que “la vida necesita hoy en nuestra patria ser defendida y custodiada por todos. Si esto no es posible, no tenemos futuro como país”.
“Para que seamos prósperos y pujantes, se necesita un presente en el que la vida de todos los ciudadanos, tenga las mínimas condiciones para desarrollarse con dignidad: la vida de los trabajadores, de los ancianos y enfermos, de los despojados y descartados, de las familias empobrecidas, de los campesinos y agricultores desplazados, de los criollos y pueblos originarios olvidados, de los comerciantes y profesionales mal pagos”, detallan.
“Estamos llamados a reclamar por aquellos a los que seguimos buscando, por los inocentes que exigen justicia, como también por aquellos que no pueden clamar nada, porque aún no tienen voz para expresarse, los no nacidos”, sostienen.
Finalmente, aseguran: “Sin vida no tenemos nada”, y explican que “los argentinos anhelamos convertirnos en una República, cuyo sol sean los valores marcados por nuestros padres fundadores, y abierta a todos aquellos que quieran habitarla, amarla, y comprometerse con ella. Somos deudores del pasado, somos responsables de este presente y sembradores del futuro que nuestros hijos y nietos forjarán con sus decisiones, esfuerzos y sueños”.
“Para que esto suceda debemos responder a la sencilla pregunta: ¿Cuál es el legado que queremos dejar a las futuras generaciones? ¿Un legado de muerte o de vida? ¿Sobre qué roca queremos que se construya la Argentina del siglo XXI?”, plantean.
“Si lo hacemos sobre las arenas movedizas de intereses mezquinos y egoístas, estaremos construyendo nuestra propia destrucción. Si lo forjamos sobre la base de la vida y una cultura que sabe valorarla, estaremos poniendo los cimientos de un país sólido, fecundo y fraterno”, aseguran.
“Las circunstancias históricas nos han puesto como sociedad, frente a una de las mayores encrucijadas y una vez más nuestro destino depende sólo y exclusivamente de nosotros”, enfatizan. “Los creyentes recordamos un pasaje de la escritura que nos dice: ‘ante ti está la vida y la muerte (…), lo que tú elijas se te dará’”, expresan, y afirman que “cuando la vida es custodiada y promovida, ella se abre camino aún en las peores condiciones”.
Por todos los motivos enunciados, solicitan a los senadores y gobernantes que tienen que decidir tan trascendente asunto para nuestro futuro, “que no cedan ante la falacia de elegir entre una vida y otra, entre un derecho y otro, entre una persona y otra. Las dos vidas son iguales, las dos merecen vivir, las dos deben ser custodiadas, porque toda vida vale”.
Firman el comunicado el obispo de Reconquista, monseñor Ángel José Macín; los vicarios generales, monseñor Omar Abel Faccioli y monseñor Walter Guido Vénica; vicarios, canciller, personal de la curia, sacerdotes de la diócesis, diáconos permanentes, acólitos, comisiones diocesanas, agrupaciones próvida, instituciones, movimientos, asociaciones, equipos de pastoral e instituciones educativas.+
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