En favor de la iniciativa, los patriarcas católicos y ortodoxos del país firmaron un mensaje común invitando a los cristianos del mundo entero a unirse a esta oración por la paz. Fue elegido como patrón de la iniciativa, el Niño Jesús de Praga.
“Desde hace más de cinco años –señala el mensaje– que los niños de Siria son heridos y traumatizados y asesinados por esta guerra cruel. Recemos a Cristo, el rey del universo, quien desde el momento que era un tierno niño en los brazos de su Madre, tiene al mundo en su mano, para que bendiga a los niños en Siria”. Y le piden al Niño Jesús: “No demores más en traer la paz a nuestro país, mira las lágrimas de los niños, enjuga las de las madres, haz callar los gritos de dolor”.
La oración especial por la paz de los niños cristianos sirios es la “mejor respuesta y la más bella” a la violencia de la guerra y a los fundamentalismos. Recibimos “con alegría” las palabras del papa Francisco y “rezamos no sólo por nuestros niños, sino por los más pequeños de todo el mundo”, narraba a la agencia AsiaNews, el padre franciscano Ibrahim Alsabagh, guardián y párroco de la parroquia latina San Francisco en Alepo, la “capital del Norte” de Siria, que desde hace semanas es teatro de pesados bombardeos.
La guerra en Siria, que estalló en marzo de 2011 como un movimiento de protesta contra el presidente Bashar al-Assad, causó 280.000 muertos en cinco años (según algunas fuentes son 470.000) y millones de evacuados. Entre las víctimas, al menos 80.000 son civiles, y de éstos, casi 14.000 son niños (cifras actualizadas a marzo pasado). Actualmente, al menos 250.000 menores de edad viven en condiciones de brutal asedio, en zonas que fueron definidas como “cárceles a cielo abierto”. Casi dos millones y medio de niños por debajo de los cinco años de edad corren el riesgo de sufrir desnutrición.
Para aliviar los sufrimientos y los traumas de la guerra, la parroquia latina de San Francisco en Alepo organizó un campamento de verano que recibe, cada día, a cientos de niños. “Queremos hacerlos salir de sus casas -cuenta el padre Ibrahim- de modo de hacer algo para que puedan vencer el miedo”. Entre las actividades cotidianas, hay “un encuentro de catequesis sobre Jesús, teatro con representaciones acerca de la misericordia corporal y espiritual tomadas del evangelio, juegos, animación, cantos y bailes de trasfondo religioso, así como manualidades y momentos de oración. También hay un rincón de cocina –concluye el sacerdote- donde pueden comer carne, beber leche y tomar otras cosas que no hay en sus hogares. Son niños, que quieren responder con la vida a la violencia de la guerra”, concluyó el padre Ibrahim.+
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