Mons. Aguer cuestionó el uso desmedido de las redes sociales
“Asomarse al universo digital pone en riesgo la división entre privado y público, todo se banaliza”, advirtió en un artículo publicado en el diario El Día, y criticó a quienes quedaron expuestos públicamente en las redes sociales.
“Algunos se lamentan, sin derecho a hacerlo, de las consecuencias de su frivolidad, otros son tan frívolos que les encanta lo que venga, al menos cuando ese devenir no llega a la sangre”, expresó.
El prelado consideró que “el empleo constante de las redes induce a una pérdida de la experiencia del tiempo, de la sensación de su transcurrir, de que el tiempo dura; la continua mudanza lo convierte en una porción brevísima de sí mismo”.
“Esa instantaneidad es la que parece ahora otorgar valor a los acontecimientos; se advierte una curiosa consecuencia en el vértigo de los noticieros: para decirlo paradojalmente, la noticia llega antes de que el hecho ocurra”, agregó.
El arzobispo plántense alertó, además, sobre algunos delitos que suelen difundirse en las redes sociales, entre ellos “bullying”, además del riesgo de convertirlas en “‘cazabobos’, para atrapar a personas ingenuas y candorosas, menores de edad, candidatos a la sumisión y a la trata”.
“Las redes pueden fagocitar al usuario, y este se deja tragar gustosamente, por vanidad o curiosidad, por ansia de protagonismo, porque no tiene a mano algo serio que lo motive. Lo real se convierte en virtual; el mundo es aquel al que accede el yo solipsista, el vecino puede estar haciendo lo mismo al lado mío, pero nos ignoramos. Facebook nos permite exhibirnos a voluntad y romper los límites del decoro, abolir la esfera de la intimidad, nuestra o ajena”, aseveró.
Monseñor Aguer estimó que “un daño no menor es la ruina del lenguaje”, al argumentar: “El parloteo insustancial puede expresarse con frases entrecortadas, exclamaciones de pocas letras, en comparación con lo cual el habla cotidiana, doméstica, es buena literatura. El contenido es la superficialidad. Extendiendo el juicio, se puede advertir entre los estudiantes la costumbre, ya instalada, de bajar de internet un tema recortando y pegoteando fragmentos sin saber si coinciden o no, si hacen sentido. Para aprender hay que saber algo”.
“Estamos cada vez más enlazados, pero solos, ajenos, aun trágicamente enemigos”, concluyó.+
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