Mons. Uriona: “Criterios para una pastoral familiar”

Mons. Uriona: “Criterios para una pastoral familiar”

El obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, monseñor Adolfo Uriona FDP, publicó un decreto titulado “Criterios para una pastoral familiar. Orientaciones para discernir casos especiales”.

Con fecha 4 de mayo de 2018, el documento responde a la invitación del papa Francisco a renovar la Pastoral Familiar, expresada especialmente en la exhortación apostólica Amoris laetitia.

La elaboración del decreto se basa también en la necesidad del acompañamiento, el discernimiento y la integración de las personas en distintas situaciones de fragilidad e imperfección en relación al matrimonio y la familia.

Los criterios están dirigidos especialmente a los sacerdotes y se propone que estén disponibles para el acompañamiento de las personas que lo pidan. Por otra parte, el obispo animó de manera particular a los agentes de pastoral familiar y a todo el Pueblo de Dios a trabajar con empeño al servicio de las familias.

Basadas en “La alegría del amor” que se vive en las familias, y considerando “el valor de la familia como tesoro”, las orientaciones expuestas por monseñor Uriona pretenden interpelar a los pastores y los fieles “para que, con la inteligencia y el corazón, sepan discernir la voz de Dios en medio del cambio de época que nos desafía a todos”.

“Es por eso que lo que aquí se propone no pretende ser un listado donde se busque cómo resolver la casuística deduciendo las acciones a tomar como si se tratara de un protocolo de acción puntual”, aclara el documento.

En cuanto a “Misericordia y comprensión”, el decreto expone que “en consonancia con la Buena Noticia de las familias, la Iglesia ofrece cercanía, empatía y compasión a todos, en las diferentes etapas y circunstancias que estén transitando”, y afirma: “Nuestra actitud para con todos es la de la ternura de esta familia grande que es la Iglesia”.

Por otro lado, monseñor Uriona considera necesario “tener un espíritu de apertura y acogida cordial, sin caer en preconceptos. Asumiendo la pedagogía del Buen Pastor, estamos llamados a ver primero la obra de la gracia que ya está actuando en nuestros hermanos. Esta actitud, que ha de animar el discernimiento, es la que permite superar los moralismos estériles y las reacciones injustas que suelen darse, incluso cuando nos encontramos frente a legítimos derechos que la Iglesia concede a sus hijos”.

El obispo de Río Cuarto llama a construir una “Pastoral de la ternura y de la solidez de los vínculos”, considerando que “la pastoral con las familias y los matrimonios no sólo reclama a los sacerdotes y laicos que los acompañen entrañas de misericordia, sino la transmisión de ese mismo espíritu de ternura que hace sólidos los vínculos en el camino del noviazgo y dentro del hogar”.

El presente cambio de época, explica monseñor Uriona “es también ocasión para una nueva iluminación catequística, que rescate aquellos elementos deformados con el paso del tiempo”. Igualmente, “resulta ineludible la necesidad de acompañar las diferentes etapas que van desde la catequesis sobre el cuerpo y la identidad sexual, pasando por el discernimiento vocacional de los individuos y las parejas, la catequesis prenupcial y del vínculo sacramental, el acompañamiento de los primeros años de matrimonio, el discernimiento de la fecundidad según los parámetros evangélicos de la generosidad con la vida, la cercanía en las crisis familiares de toda índole y el enriquecimiento de la relación familia-Reino de Dios”.

El decreto aclara que dichas orientaciones deben ser atendidas “con mayor razón cuando se trata de nuestros hermanos más pobres”, ya que “su presencia interpela a la comunidad parroquial y a los movimientos y organismos diocesanos para que, con un corazón cada vez más dispuesto a la entrega generosa, puedan manifestar su cercanía con ellos, especialmente con los jóvenes. Esta entrega demanda mayores esfuerzos de dedicación y de comprensión de la vida tal cual se vive cristianamente en otros ámbitos, que no son aquellos de los cuales provenimos o los que transitamos habitualmente”.

Lo expuesto “también se aplica a quienes ya vienen transitando la vida familiar en el contexto de una segunda unión. En estas situaciones, evitaremos generar mayor confusión con nuestros gestos y nuestras palabras”.

Respecto a las situaciones especiales, el obispo indica que “es imprescindible recordar y aplicar adecuadamente la doctrina tradicional de la Iglesia sobre las fuentes de la moralidad, los atenuantes de la responsabilidad del acto libre y la distinción entre lo que objetivamente es una situación irregular y su imputabilidad subjetiva”.

“El discernimiento de estos elementos es la clave para acompañar como pastores misericordiosos a nuestros hermanos”, puesto que no se trata de "dar o negar permisos para comulgar" sino de “iluminar las conciencias sin reemplazarlas ni manipularlas”. En ese sentido, el prelado pide a los sacerdotes más jóvenes “que busquen consejo en los mayores o en sus formadores”.

“El discernimiento personal requiere una gran capacidad de escucha. Deberá tener en cuenta muy especialmente las situaciones de justicia que involucran a las personas que fueron parte de una primera unión, ya que las responsabilidades que se generan con los hijos no prescriben ni pueden ser minusvaloradas”, advierte el documento, y recuerda que "siempre es importante orientar a las personas a ponerse con su conciencia ante Dios, y para ella es útil el 'examen de conciencia’".

El documento refuerza también lo expuesto en Amoris laetitia sobre la posibilidad de acceso a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, y expone la necesidad de un camino de discernimiento que deben realizar las parejas acompañadas por los pastores, que “debe desembocar siempre en una mayor participación en la vida de la Iglesia aunque no desemboque necesariamente en la recepción de los sacramentos”.

“Es por eso que insistimos en que, en todos los casos, las parejas en situaciones particulares se incorporen a la vida de las comunidades como expresión de su camino de crecimiento en la gracia: el servicio de la caridad, la participación en la misión hacia las periferias, el compromiso con la sociedad civil, la participación en grupos de oración, de reflexión bíblica y tantas otras instancias de la vida parroquial”, explica.

Finalmente, el decreto reconoce: “Nos urge la tarea evangelizadora de formar a toda la comunidad en la misericordia de no acusar, juzgar ni condenar. Se trata, en cambio de formar para que lleguemos a ser tiernamente acogedores, especialmente con quienes se encuentren en situaciones de mayor debilidad, cuidándonos de no alejar a estos hermanos”.

“En el camino formativo de los pastores, y en orden al discernimiento y acompañamiento, se hace urgente e imprescindible que los sacerdotes adquieran las herramientas necesarias para acompañar a quienes puedan recurrir a la declaración de nulidad de su primera unión; las nuevas disposiciones sitúan particularmente a los párrocos en el primer estadio de la nueva dinámica en torno a las disposiciones canónicas. Sabemos que no se trata de algo sencillo, pero es un hermoso y delicado servicio a las parejas de segunda unión”, señala.

“Somos ante todo pastores. Por eso queremos acoger estas palabras del Papa: 'Invito a los pastores a escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de entrar en el corazón del drama de las personas y de comprender su punto de vista, para ayudarles a vivir mejor y a reconocer su propio lugar en la Iglesia'”, concluye.+

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