Mons. Martínez: Ser abiertos no es ser relativistas ni crear confusión
El prelado reconoció que “no es fácil para los cristianos ejercitar esta dimensión profética en el mundo en que nos toca vivir”, pero consideró clave profundizar la “vocación bautismal” y como discípulos buscar “caminos para poner en práctica la Palabra de Dios, y construir nuestra vida familiar y social sobre la verdad”.
“Tomando como ejemplo la figura de San Juan Bautista, quiero reflexionar sobre nuestra Iglesia diocesana en este camino de pastoral que vamos transitando”, puntualizó en su carta dominical.
“Sin conversión a la persona de Jesucristo, será imposible cualquier proyección pastoral que sea fecunda para el Reino de Dios”, advirtió, y agregó: “Nuestro tiempo necesita de varones y mujeres ejemplares que traten de vivir la santidad. En esto se asienta la dimensión profética de la Iglesia”.
“La comunión con Dios y con los hermanos siempre es fruto de la conversión. Desde esta fidelidad debemos plantearnos la necesidad de buscar caminos de evangelización y humanización”, sostuvo.
El obispo explicó que “cuando hablamos de una Iglesia abierta, que quiere comunicar los tesoros de la Revelación, no debemos confundirnos con algunos males de la época, que creen que ser abiertos es ser relativistas”.
“Ser abierto es amar, dialogar, escuchar, cambiar, aportar, aprender y recuperar, sin perder la propia identidad. Ser abiertos no es mezclar todo como una especie de sincretismo religioso, o bien confusión y mezcla del bien y el mal, de valores y antivalores”, precisó.
Tras preguntar cuáles son los tesoros de la Iglesia, detalló: “Los tesoros son los que la Iglesia debe cuidar a través de la historia, lo revelado por el Señor, lo que Él nos comunicó y el Magisterio (o bien las enseñanzas de la Iglesia), que van acompañando con el Espíritu Santo la historia, para que ésta sea una historia de salvación”.+
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