A este primer sentimiento, añaden “otros que nos vienen y queremos compartirlos: conocemos el esfuerzo de nuestros trabajadores de la Educación para que los chicos de los barrios se eduquen y para que también tengan un lugar donde comer y donde ser cuidados”, afirman.
“Estamos acostumbrados a que un docente llegue en primer lugar y prepare la escuela para que los chicos estén calentitos y tengan preparado el desayuno o el almuerzo. Estamos acostumbrados a que un auxiliar ayude a preparar los que serán, en muchos casos, los únicos alimentos que los chicos reciban en el día. Pero no queremos acostumbrarnos a que las escuelas sean lugares precarios; no queremos acostumbrarnos a que las denuncias por lo que hay que arreglar se tomen como una queja política; no queremos acostumbrarnos a infraestructuras deficientes sin controles adecuados”, señalan.
“Nada podrá reparar la pérdida de estas dos vidas”, consideran, “pero sí podremos darle sentido a esta situación si atendemos a las necesidades que sufren todos los establecimientos públicos (escuelas, hospitales, salitas), para que no debamos lamentar más dolor”, aseguran.
“Pedimos a nuestro Buen Dios por el descanso eterno de Sandra y Rubén; por el consuelo y fortaleza para sus familiares y para que la comunidad educativa se renueve en la esperanza para rearmar la escuela y brindar a los chicos el servicio que necesitan”, ruegan, e invitan a todos los creyentes “a unirnos en la oración por estas intenciones”.+
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