Mons. Croxatto llamó a escuchar, responder y liberar a los pobres
El prelado destacó que “con tres palabras, con tres verbos del salmo 34, Francisco nos hace entrar de lleno en la práctica viva y presente del Evangelio de nuestro Señor. Tres palabras que van de la mano: gritar, responder, liberar”.
“El ‘grito’ del pobre puede estar enmudecido por varias razones. Por habernos acostumbrado a su existencia, por poner por delante la calma de nuestra propia conciencia, por estar mirándonos el ombligo, por creer que otros son los responsables −el Estado, las ONG, las instituciones−, por no hacer el debido silencio y sólo escucharnos a nosotros mismos”, advirtió.
El obispo neuquino puntualizó que, en la realidad diocesana, “el grito del pobre tiene el rostro de la desocupación y de situaciones laborales precarias; de migrantes que alentados por falsas expectativas o noticias buscan una salida y no la encuentran; de la droga y el alcoholismo; del suicidio; de la falta de pertenencia de los pobladores en su propia tierra”.
“De los chicos sin escolaridad y los jóvenes sin trabajo ni educación; de las personas adultas que viven en soledad. Y también vivimos la pobreza en nuestros vínculos y en nuestra relación con el medio ambiente”, agregó.
Monseñor Croxatto recordó que cada uno debe escuchar el grito de los que más lo necesitan, salir a “abrazar, a entregar una palabra de consuelo y una caricia” y “dar el Evangelio en estado puro que es hacer lo que Jesús haría en esa situación”.
“Nuestra Iglesia diocesana, con su particular estilo y las características que le son propias, lleva en su génesis y su caminar las virtudes de quienes pusieron siempre por delante el Evangelio de Jesús. Es por eso que hoy estamos llamados a dejarnos guiar por el salmista y por el Espíritu Santo, para estar siempre atentos, para ser profetas de esperanza, porque ‘con frecuencia, son precisamente los pobres los que ponen en crisis nuestra indiferencia, fruto de una visión de la vida excesivamente inmanente y atada al presente’”, concluyó.+
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