Ángelus: Sólo Dios pueda dar a nuestra existencia la plenitud tan deseada
“Las Bienaventuranzas de Jesús nos alientan a no depositar nuestra confianza en las cosas materiales y a no buscar la felicidad siguiendo a los vendedores de humo”, dijo Francisco y señaló que “Jesús nos abre los ojos, nos hace ver con su mirada, más allá de las apariencias, más allá de la superficie, y nos enseña a discernir las situaciones con fe”.
El ser humano siempre ha estado en la búsqueda constante de la felicidad y desde siempre, en el mundo, el tener más riquezas y un mayor poder, ha supuesto tener mayor bienestar. En contraste a este concepto, el Papa indicó que el Evangelio de hoy “nos invita a reflexionar sobre el sentido profundo de tener fe”, que consiste “en confiar totalmente en el Señor”: “Se trata de romper los ídolos mundanos para abrir nuestros corazones al Dios vivo y verdadero; sólo Él puede dar a nuestra existencia la plenitud tan deseada, pero difícil de alcanzar”.
Francisco advirtió, además, que incluso en nuestros días, “hay muchos que se proponen como dispensadores de felicidad: prometen éxito a corto plazo, grandes beneficios a la mano y soluciones mágicas a todos los problemas”; un peligro que puede llevarnos a caer en el pecado del primer mandamiento: “la idolatría, substituyendo a Dios por un ídolo”.
Por otra parte, el pontífice puso de manifiesto que el Evangelio señala que “Dios está cerca de los que sufren e interviene para liberarlos de su esclavitud; Jesús ve esto, ve la bienaventuranza más allá de la realidad negativa”. Y del mismo modo –continuó el Papa – también está dirigido a los que hoy están bien y sirve para "despertarlos" del peligroso engaño del egoísmo y abrirlos a la lógica del amor, mientras están a tiempo”.
Por último, el pontífice subrayó que estamos llamados a la felicidad, pero sólo somos felices cuando nos ponemos del lado de Dios, de Su Reino y de lo que no es efímero, sino que dura para la vida eterna: “Somos felices si nos reconocemos necesitados ante Dios y si, como Él y con Él, estamos cerca de los pobres, de los afligidos y de los hambrientos”.
Las Bienaventuranzas de Jesús son un “mensaje decisivo”, que nos alienta a no depositar nuestra confianza en las cosas materiales y pasajeras, a no buscar la felicidad siguiendo a los vendedores de humo, a los profesionales de la ilusión, sino que es El Señor quien nos ayuda “a abrir los ojos, a adquirir una mirada más penetrante de la realidad, a sanar de la miopía crónica que el espíritu mundano nos contagia”, concluyó Francisco. +
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