La Iglesia no puede descuidar su presencia en los medios de comunicación, advierte Mons. Aguer

La Iglesia no puede descuidar su presencia en los medios de comunicación, advierte Mons. Aguer

La Plata (Buenos Aires) (AICA): “La Iglesia no puede descuidar su presencia en los medios de comunicación, so pena de abandonar a sus fieles, y a la sociedad toda, a la potente, y a veces prepotentes, autoridad del periodismo o dejarlos a merced del universo anárquico de “las redes”, que en la actualidad se permite desplazar a la organización de los medios tradicionales”, advierte el arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en el artículo de su autoría, publicado en el Diario El Día de La Plata el pasado 17 de febrero.
“La Iglesia no puede descuidar su presencia en los medios de comunicación, so pena de abandonar a sus fieles, y a la sociedad toda, a la potente, y a veces prepotentes, autoridad del periodismo o dejarlos a merced del universo anárquico de “las redes”, que en la actualidad se permite desplazar a la organización de los medios tradicionales”, advierte el arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en el artículo de su autoría, publicado en el Diario El Día de la ciudad de La Plata el pasado 17 de febrero.

Monseñor Aguer comienza su nota, titulada “Iglesia y comunicación” destacando la decisión del papa Francisco de “dedicar atención y esfuerzos a la reforma de los instrumentos de comunicación de la Santa Sede” y señala el arzobispo emérito que se trata de “un propósito más que oportuno, necesarísimo en los días que corren”.

“Seguramente las personas elegidas son competentes y gente de fe, por lo cual podemos esperar resultados óptimos para la Iglesia, que en aquella instancia suprema informará mejor, y para el mundo, el cual –a pesar de las trapacerías que suelen intentar los “lobbies” adueñados de las fuentes globales – tendrá la oportunidad de conocer la verdad de la vida eclesial”, augura el prelado, en contraste con la “engañifa de grupos ajenos a nuestra realidad, y aviesamente intencionados que presentan a la “Catholica” como una mera institución de este mundo, una especie de ONG a la que podrán atribuírsele fines laudables y obras de innegable humanidad, pero cercenando su índole misteriosa y sobrenatural”.

El arzobispo emérito de La Plata recuerda que en diversas ocasiones expresó su impresión de que en la Argentina la iglesia Católica “está ausente de los centros en los que se gestan incesantemente nuevas vigencias culturales”.

“Ausente –digo- de modo institucional, coordinado y eficaz”, ya que –según destaca- siempre hay casos aislados: “uno u otro aventurado, o un pequeño grupo, con intención de representarla, pero sin respaldo del Cuerpo eclesial, que lo desconoce, lo abandona o lo descalifica”.

Además de estos casos aislados el arzobispo destaca “dos proyectos históricos excepcionales, protagonizados por laicos: “La pléyade de hombres que en los años 80 del siglo XIX luchó contra el laicismo que pugnaba por imponer su impronta en la sociedad argentina y el otro que ofrecieron, entre 1920 y 1940, los Cursos de Cultura Católica, que reunieron lo mejor del pensamiento, las letras y el arte de la época.

Al respecto, monseñor Aguer lamenta la ausencia, que hoy tenemos de presencia eclesial, tanto en el campo de los medios de comunicación, como en el político.

Sin embargo, en este punto, el arzobispo emérito advierte que “hay varios periodistas considerados expertos en cuestiones religiosas. Con todo respeto por las personas, debo decir que es asombrosa la liviandad con que frecuentemente se expresan: ignoran la teología y la historia de la Iglesia. Proyectan sobre ella una visión sociológica y política; la naturaleza del Cuerpo Místico de Cristo y de las relaciones entre sus miembros les son desconocidas”.

“Tales periodistas –añade- suelen abrevarse en los conventículos de chismes clericales, cuentan con dos o tres referentes en los que confían porque piensan como ellos, y después de 60 años conservan las interpretaciones reduccionistas y rupturistas de lo que dio en llamarse “el espíritu del Concilio”, tantas veces censurado por Pablo VI”.

Monseñor Aguer finaliza su artículo señalando que “la cuestión que queda en suspenso es la de la verdad. La búsqueda de la verdad se realiza mediante instrumentos precisos de investigación, pero requiere una intención sana, objetiva, y el amor a esa verdad inquirida, superando el apetito de rápida notoriedad y la tiranía del “rating”.

“Quiera Dios que el propósito del Sumo Pontífice, que mencionaba al comienzo, ilumine iniciativas análogas entre nosotros. Por mi parte, -concluyó monseñor Aguer- debo agradecer al diario El Día por dar cabida a mis ensayos periodísticos. Es una satisfacción para quien escribe saber que puede hacerlo con absoluta libertad”.+

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