Participaron más de 1.600 jóvenes de entre 14 y 35 años de las seis diócesis de la provincia: la arquidiócesis de Córdoba, las diócesis de Villa María, Cruz del Eje, San Francisco, Villa de la Concepción del Río Cuarto, y la prelatura de Deán Funes, que conforman la Región Centro.
El encuentro buscó generar identidad en la región cordobesa, los jóvenes pudieron encontrarse y conocerse, con el objetivo de diseñar el perfil del joven cordobés. Se compartieron momentos de misión, peregrinación, música y artistas invitados, entre ellos el cantautor Maxi Larghi y la banda Toco para Dios.
El IIERJ finalizó con una proclama en la que los jóvenes expresaron "Queremos curar, romper barreras, callejear la fe, escucharnos y escuchar", y, haciendo referencia a las palabras del papa Francisco en Panamá, afirmaron sentirse "el ahora de Dios, llamados a construir la civilización del amor, siendo una Iglesia en salida y transmitiendo con alegría y empatía la sencillez de María".
"Animados por su Espíritu, somos jóvenes que nos movemos y salimos a las calles a hacernos cargo y abrazar la realidad que vivimos como Iglesia y como sociedad. Sabemos que el camino tiene dificultades, que muchas veces nos sentimos limitados por el qué dirán y por la falta de comprensión. Pero en Jesús encontramos la fortaleza", señalaron.
En la misa de clausura, presidida en la catedral de San Francisco por el obispo local, monseñor Sergio Buenanueva, y concelebrada por varios sacerdotes de la región que acompañaban a los jóvenes, el prelado anunció a los jóvenes “una de las promesas más lindas de Jesús”, haciendo referencia al Evangelio del sexto domingo de Pascua.
Describió la palabra “gracia” como a Dios mismo, “que se dona totalmente a vos, a mí, al mundo. Se nos da. Te colma con muchos dones y talentos. Es cierto. Pero, sobre todo, te colma con su presencia. Quiere habitar en vos y que vos vivas y respires en Él”. “Gracia es ese encuentro y esa presencia que transforman todo. Y desde dentro. No cáscara sino vida”.
El obispo se cuestionó: “¿Cómo hacer esa experiencia? ¿Por dónde andar? ¿Hacia dónde ir para encontrar ese tesoro y esa perla?”, y respondió: "En realidad, estábamos hablando de un regalo absolutamente de Dios. Él ama hacer pasar sus regalos por manos humanas. Nos dio a su Hijo a través de una mujer, colmada del Espíritu: María”.
En este sentido, mencionó tres caminos de encuentro para cumplir la gran promesa. En primer lugar, “el encuentro con las heridas de los hermanos”, luego, se refirió a “la vida de los santos: hombres y mujeres sencillos y normales, que, como nosotros, tienen que caminar la vida, la fe y la paciencia”.
“El tercer camino de encuentro del que quisiera hablarles está, tal vez, más al alcance de la mano. Es la oración. Eso que Jesús promete, se verifica principalmente cuando entramos en ese territorio fascinante, inmenso y siempre inexplorado que es la oración que nos lleva ante el Rostro de Dios”, indicó.
Antes de concluir, hizo referencia al lema del encuentro “Hágase en mí”, afirmando que estas palabras, “son precisamente su respuesta de fe a la Palabra de Dios recibida. Él la miró, y María dejó entrar esa mirada en su vida. Orando aprendió a escuchar, a vivir y a entregarse”.
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