El Papa: Imitemos a la primera comunidad cristiana, compartiendo la Palabra de Dios y también el pan
El pontífice recordó la vida de la primera comunidad cristiana, “unida en el amor a Dios, y a los hombres”, según se lee en el pasaje evangélico tomado de los Hechos de los Apóstoles.
Francisco inició su catequesis hablando del fruto de Pentecostés, de la “poderosa efusión del Espíritu de Dios sobre la primera comunidad cristiana”, que hizo que muchas personas sintieran sus corazones “traspasados por el feliz anuncio de la salvación en Cristo”. Ese “calor de la fe” de estos hermanos y hermanas en Cristo, dijo Francisco, hizo de sus vidas el “escenario de la obra de Dios que se manifiesta en maravillas y señales a través de los apóstoles”.
“Los cristianos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, hacían memoria del Señor a través de la fracción del pan, es decir, de la Eucaristía, y dialogaban con Dios en la oración”. Precisamente, explicó el Papa, éstas son “las actitudes del cristiano”. Son los “cuatro indicios” de un buen cristiano, insistió.
Los cristianos “escuchan asiduamente la enseñanza apostólica”, “practican un alto nivel de relaciones interpersonales también a través de la comunión de bienes espirituales y materiales”, “hacen memoria del Señor a través de la Eucaristía” y “dialogan con Dios en la oración”.
El Santo Padre señaló luego la diferencia entre la comunidad de creyentes y la sociedad humana: en esta última “se tiende a hacer los propios intereses sin tener en cuenta o incluso en detrimento de los demás”, mientras que en cambio, la comunidad de creyentes “prohíbe el individualismo para favorecer el compartir y la solidaridad”, pues, de hecho, “no hay lugar para el egoísmo en el alma de un cristiano”, subrayó.
“Si tu corazón es egoísta no eres cristiano: eres una persona mundana, que sólo buscas tu favor, tu beneficio”, añadió Francisco.
“Los creyentes -continuó explicando- vivían todos unidos, conscientes del vínculo que los une entre sí como hermanos en Cristo, sintiéndose especialmente llamados a compartir con todos los bienes espirituales y materiales, según la necesidad de cada uno. Así, compartiendo la Palabra de Dios y también el pan, la Iglesia se convierte en fermento de un mundo nuevo, en el que florece la justicia, la solidaridad y la compasión”.
La gracia del bautismo revela, añadió el Papa, el íntimo vínculo entre los hermanos en Cristo llamados a compartir, a identificarse con los demás y a dar “según las necesidades de cada uno”. Y esta fraternidad, que es la Iglesia, puede vivir una vida litúrgica “verdadera y auténtica”:
“En efecto, la liturgia no es un aspecto más de la Iglesia, sino la expresión de su esencia, el lugar donde nos encontramos con el Resucitado y experimentamos su amor”.
El pontífice añadió que San Lucas señala, en el texto sagrado, que “día tras día, el Señor aumentaba el número de los cristianos: la perseverancia de los creyentes en la alianza con Dios y con los hermanos se convierte así en una fuente de atracción que fascina y conquista a los demás”.
"Pidamos al Espíritu Santo que haga de nuestras comunidades lugares donde recibir y practicar la nueva vida, las obras de solidaridad y de comunión, lugares donde las liturgias sean un encuentro con Dios, que se convierte en comunión con los hermanos y las hermanas, lugares que sean puertas abiertas a la Jerusalén celestial", concluyó el Papa su catequesis.
La audiencia general de hoy, fue la última antes de la pausa de verano. El Papa no realizará durante todo el mes de julio las audiencias generales de los miércoles, por la habitual pausa de vacaciones de verano, pero si dirigirá el rezo del Ángelus desde la ventana del palacio apostólico del Vaticano los domingos de este mes. +
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