Mons. Stanovnik: Que San Juan Bautista "nos enseñe a valorar toda vida"

Mons. Stanovnik: Que San Juan Bautista "nos enseñe a valorar toda vida"

Corrientes (AICA): En el marco de la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista, patrono jurado de la ciudad capital, el arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, presidió una misa en honor del santo. En su homilía, el prelado rogó: ¨San Juan Bautista, que fue acogido por una mujer que ya estaba entrada en años y probablemente su embarazo corría los riesgos comunes a esa condición, nos enseñe a valorar toda vida¨.
“Nos hemos reunido para conmemorar a San Juan Bautista, patrono jurado de la ciudad de Corrientes. Mientras nacía esta ciudad a orillas del majestuoso río Paraná fue bautizada cristiana y puesta bajo la protección de este gran santo, de quien, como de pocos, la Iglesia celebra alegrándose por su nacimiento”, recordó el prelado en su homilía.

“A él y a la fe de los católicos que fundaron esta ciudad, le debemos nuestro reconocimiento y gratitud por existir como pueblo. Fue un bendito nacimiento porque nos otorgó las fortalezas suficientes para superar todos los obstáculos y amenazas por las que fue atravesando este pueblo a lo largo de más de cuatro siglos. ¡Cómo no agradecer gozosamente al recordar nuestro nacimiento cristiano!”, exclamó.

“Los cristianos, como todos los seres humanos, nos alegramos cuando nace una criatura. Donde no hay alegría por causa de un nacimiento, nos preocupa porque sentimos que allí se interpuso algo que no corresponde a la condición humana. Una vida nueva es motivo de fiesta en todas las culturas, razas y religiones, porque fuimos creados para la vida y no para la muerte. La cultura de la muerte no forma parte de la naturaleza humana, es algo extraño que se ha metido en el corazón del hombre provocándole mucha tristeza y desolación. Definitivamente, no fuimos creados para la muerte, sino para la vida, a pesar de que debamos atravesar por ella”, aseguró.

En ese sentido, el arzobispo advirtió que “a diferencia del resto de la comunidad humana, los cristianos tenemos un don que aumenta en nosotros la alegría por una vida nueva: ese don es la fe. Por la fe poseemos la certeza de que la vida que recibimos nos viene gratuitamente de las manos de Dios Padre”.

“Y aún más, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, de tal modo que, para conocer a Dios, para saber cómo es él y qué desea de nosotros, tenemos que mirar lo que más se asemeja a él. Sí, efectivamente, lo más parecido a Dios somos los seres humanos, creados a su imagen y semejanza. Derivación de ello es que la adecuada cercanía a Dios aumenta la vida y colma el anhelo de plenitud y felicidad; y, por el contrario, la lejanía de Dios causa aislamiento y muerte. El pecado es precisamente eso: alejarse del Dios de la Vida”, sostuvo.

En referencia a la liturgia, el prelado señaló que el profeta Isaías, en la primera lectura, nos conmueve con su testimonio vocacional: ‘El Señor me llamó desde el vientre materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre’, y destacó que “por eso en seguida descubre cuánto vale su vida: ‘Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza’. Cómo no exclamar a cada estrofa del Salmo: ‘Te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable’”, expresó.

“La razón humana y la luz de la fe nos indican que ninguna ley positiva puede atribuirse el derecho de destruir la vida humana, menos aun la que no puede defenderse por sí misma. Es siempre más razonable pensar cómo coordinar los esfuerzos entre todos para salvar ‘las dos vidas’, que permanecer enfrascados en una irracional confrontación por el sí o por el no. No terminamos de superar el círculo vicioso de confrontación beligerante y fragmentaria de unos contra otros, la que, a fin de cuentas, aumenta el espiral de violencia. Vivimos enemistados entre nosotros: en religión, en política, en el deporte, en la cultura. En el fondo, vivimos enemistados con nosotros mismos: separamos la inteligencia, por una parte, y la religión por otra, disociando así la persona y, en consecuencia, también la sociedad. No logramos identificar, distinguir y complementar. En pocas palabras, aún no aprendimos a sumar”, lamentó.

Finalmente, el prelado pidió “que nuestro Santo Patrono nos proteja del peligro de perder la memoria y dejarnos seducir por quienes también hoy, así como sucedía en el pasado, pretenden deconstruirnos mal para hacernos funcionales a intereses que no miran el bien de nuestra gente, sino a los suyos propios. San Juan Bautista, que fue acogido por una mujer que ya estaba entrada en años y probablemente su embarazo corría los riesgos comunes a esa condición, nos enseñe a valorar toda vida, nos haga sensibles ante la marginalidad y desprotección en la que viven mucha de nuestra gente, y nos dé inteligencia y responsabilidad para priorizar programas que atiendan efectivamente a sus necesidades”.

“En ese momento tan emotivo que experimentaron los padres y familiares por el nacimiento del niño, a quien su madre dijo que debería llamarse Juan, el papá Zacarías estalló de gozo y comenzó a alabar a Dios. Que esa alegría y gratitud sea hoy también nuestra por haber nacido en este pueblo, o porque en algún tiempo tuvimos la gracia de integrarnos a él. Que San Juan Bautista bendiga a nuestros gobernantes y a todo el pueblo que fue puesto bajo su protección”, concluyó.+

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