El Santo Padre desarrolló su reflexión a partir de la respuesta de los tres personajes narrados en el Evangelio de Lucas, en el relato del último viaje de Jesús a Jerusalén. Se trata de “una larga marcha no sólo geográfica y espacial”, dijo el Papa, “sino espiritual y teológica”, “hacia el cumplimiento de la misión del Mesías”.
En este sentido los describió como “tres casos de vocación”, que quieren seguir a Jesús hasta el final. El primer personaje promete al Maestro seguirlo a donde vaya. El segundo, le pide ir primero a enterrar a su padre. Y el tercero, que también quiere seguir a Jesús, va a despedirse antes de sus parientes.
Al referirse al primer caso, Francisco habló de “la pobreza absoluta de Jesús”, que “dejó la casa de su padre y renunció a toda seguridad para anunciar el Reino de Dios a las ovejas perdidas de su pueblo. Así señaló a sus discípulos que nuestra misión en el mundo no puede ser estática, sino itinerante: el cristiano es un itinerante. La Iglesia por su propia naturaleza está en movimiento, no es sedentaria ni se queda tranquila en su propio recinto. Está abierta a los horizontes más vastos, enviada a llevar el Evangelio por las calles y llegar a las periferias humanas y existenciales”, sostuvo el Pontífice.
Luego habló sobre el segundo caso, donde hay una petición, “legítima”, basada en el mandamiento de honrar al padre y a la madre. Pero el Señor responde: “Deja que los muertos entierren a sus muertos”. En este caso, Jesús afirma la primacía de la proclamación del Reino de Dios: “La urgencia de comunicar el Evangelio, que rompe la cadena de la muerte e inaugura la vida eterna, no admite demoras, sino que requiere prontitud y disponibilidad. Es decir, la Iglesia es itinerante, y aquí la Iglesia es decidida, presurosa, rápida, al momento, sin espera”.
Por último, describe al tercer personaje quien va “con la condición de" despedirse antes de sus parientes y el Maestro le dice: “El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. En este sentido, Francisco explicó: “Seguir a Jesús excluye las nostalgias y las miradas retrógradas, más requiere la virtud de la decisión. La Iglesia, para seguir a Jesús, es itinerante y va de prisa, lo hace de inmediato, es decidida”.
Al concluir, Francisco resumió que ser discípulos de Cristo es una elección “libre y consciente”, “hecha por amor”, que requiere “itinerancia, prontitud y decisión”, “y no una manera para promoverse a sí mismo. ¡Es triste esto! Es decir, para hacer carrera, para sentirse importantes o para adquirir un lugar de prestigio” lamentó. “Jesús quiere que seamos apasionados por Él y por el Evangelio. Una pasión del corazón que se traduce en gestos concretos de proximidad, de cercanía a los hermanos más necesitados de acogida y cuidado. Precisamente como Él mismo vivió”.
Francisco finalizó su catequesis pidiendo a la Virgen María, “icono de la Iglesia en camino”, que “nos ayude a seguir con alegría al Señor Jesús y a anunciar a nuestros hermanos y hermanas, con renovado amor, la Buena Nueva de la salvación”.+
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