Mons. Lozano: "Un rito muy antiguo. Tanto como la Iglesia"
“Cuando decimos que algo es muy antiguo podemos enseguida pensar en una pieza de museo. Sin embargo hay cosas que nunca envejecen y son siempre nuevas. Por ejemplo la amistad, el amor, la búsqueda de la Felicidad… Son experiencias y anhelos humanos presentes en el corazón de cada persona”, afirmó.
En ese sentido, señaló: “También afirmamos que ‘el Amor del Señor permanece para siempre’, con la certeza de sabernos queridos entrañablemente por el Padre celestial. Dios nos ama mucho y nos envía a su Hijo Jesús. Él da la vida por amor a nosotros, para que en Él tengamos vida. Repetimos lo que hace poco escribió el Papa para los jóvenes: ‘¡Cristo vive! ¡Y te quiere vivo!’”, recordó.
Desde tiempos de los Apóstoles, de modo ininterrumpido, explicó, “por medio de la imposición de las manos, los obispos seguimos siendo amados y enviados por Jesús con la misión (junto con los diáconos y sacerdotes) de santificar, enseñar la Palabra de Vida, y guiar en la caridad al Pueblo Santo de Dios”.
“Jesús llama a algunos hombres que le aman, y los envía en su nombre, con la fuerza de su Espíritu. ‘Como el Padre me envió a mí, yo los envío a ustedes. Reciban el Espíritu Santo’”, citó.
En ese sentido, se refirió al nuevo obispo auxiliar que el Señor regala a la arquidiócesis de San Juan de Cuyo, fray Carlos María Domínguez, quien “entregó su vida a Jesús por amor”, y animó a los fieles a recibir este regalo y decir “¡Gracias, Señor!”.
“Hay algo que es muy importante tener en cuenta, según la experiencia de San Pedro en su encuentro con Jesús Resucitado: No se puede ser enviado sin confesión de amor”, advirtió monseñor Lozano, y sostuvo: “Los obispos, sucesores de los apóstoles, somos enamorados de Jesús. Es más, estamos perdidamente enamorados de Él. Lo decimos con pudor y un poco de vergüenza porque no nos sale bien. Como expresa San Pablo, ‘llevamos este tesoro en vasijas de barro’”, recordó.
“Como describen los Apóstoles, la vocación y servicio del obispo consiste en ‘dedicarnos a la oración y al ministerio de la Palabra’”, destacó el prelado. “Oración de contemplación del amor de Dios y de intercesión por el Pueblo”, detalló.
“La gente nos pide que recemos mucho por ellos: situaciones de enfermedad, pérdida de trabajo, pobreza, peleas familiares... Parte de nuestra ocupación consiste en llevar a Dios los rostros e historias de quienes se confían a nuestra pobre oración”, reconoció.
“Y también predicar con la vida y las palabras, para llevar a los hermanos el Rostro de Dios, a fin de que se produzca el maravilloso encuentro del cual muchas veces somos testigos. Como decía el Beato Mártir Enrique Angelelli, ‘un oído en el Pueblo y otro en el Evangelio’”, añadió.
“El modelo a seguir es elevado: Jesús Buen Pastor que conoce a sus ovejas y es conocido por ellas. Que escucha y es escuchado. Llamados a amar a todos y escuchar a todos”, señaló.
“Damos gracias a Dios por el sí de Fray Carlos María Domínguez. Él pertenece a la Orden de los Agustinos Recoletos. Respondamos a la generosidad en la entrega con nuestra oración por las vocaciones consagradas”, animó, y en ocasión del Día del Pontífice, llamó a los fieles a rezar “por Francisco y toda la Iglesia a la cual Jesús le encomienda apacentar”.+
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