En su saludo, el Santo Padre expresó su alegría y agradecimiento por el recibimiento que le brindaron, y agradeció el testimonio brindado por una de las niñas: Claudia Yesenia. “Escuchando todas las dificultades por las que has pasado, manifestó el Papa, me venía a la memoria del corazón el sufrimiento injusto de tantos niños y niñas en todo el mundo, que han sido y siguen siendo víctimas inocentes de la maldad de algunos”.
El Santo Padre comparó la situación con el odio y la persecución de la que el niño Jesús también fue víctima, al tener que huir con su familia, dejar su tierra y su casa, para escapar de la muerte. “Ver sufrir a los niños hace mal al alma, porque los niños son los predilectos de Jesús. No podemos aceptar que se les maltrate, que se les impida el derecho a vivir su niñez con serenidad y alegría, que se les niegue un futuro de esperanza”, lamentó. Pero Jesús, agregó, no abandona a nadie que sufre, mucho menos a ustedes, niños y niñas, que son sus preferidos.
Dirigiéndose a los responsables del Hogar San José, el Papa dijo que es una prueba del amor que Jesús les tiene a los niños “y de su deseo de estar muy cerca de ustedes. Lo hace a través del cuidado amoroso de todas las personas buenas que los acompañan, que los quieren y los educan”. Pienso en los responsables de esta casa, detalló Francisco, en las hermanas, en el personal y en tanta otra gente que ya son parte de su familia. Porque eso es lo que hace que este lugar sea un «hogar»: el calor de una familia donde nos sentimos amados, protegidos, aceptados, cuidados y acompañados.
Dirigiéndose a los hermanos y hermanas, religiosos y laicos, “que reciben y cuidan con amor a estos niños que desde chicos han experimentado el sufrimiento y el dolor”, el Pontífice les recordó “dos realidades que no deben faltar porque son parte de la identidad cristiana: el amor que sabe ver a Jesús presente en los más pequeños y débiles, y el deber sagrado de llevar a los niños a Jesús”.
En esta tarea, con sus gozos y con sus penas, concluyó el Papa Francisco, los encomiendo también a la protección de San José. “Aprendan de él, que su ejemplo los inspire y los ayude en el cuidado amoroso de estos pequeños, que son el futuro de la sociedad colombiana, del mundo y de la Iglesia”.+
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