Medellín (Colombia) (AICA): En el tercer día de su visita apostólica a Colombia, el papa Francisco presidió una misa en Medellín. En el marco de la fiesta de San Pedro Claver, el Santo Padre centró su homilía en “La vida cristiana como discipulado”.
En su homilía, el Pontífice recordó el llamado de Jesús a los discípulos. Ese llamado, destacó Francisco, significa “mucho esfuerzo de purificación”. En ese momento, “el Señor les enseña que cumplir es caminar tras Él”, lo que los ponía frente a realidades que “demandaban mucho más que una receta, una norma establecida”. Ir detrás de Jesús supone otras prioridades.
Para el Señor, explicó Francisco, “es de suma importancia que quienes nos decimos discípulos no nos aferremos a cierto estilo, a ciertas prácticas que nos acercan más al modo de ser de algunos fariseos de entonces que al de Jesús”, y consideró que “la libertad de Jesús se contrapone con la falta de libertad de los doctores de la ley de aquella época, que estaban paralizados por una interpretación y práctica rigorista de la ley”. El llamado de Jesús, sintetizó el Papa, es “Ir a lo esencial, renovarse e involucrarse”.
Ir a lo esencial, explicó, porque Jesús no vino a abolir la ley, sino a llevarla a su plenitud: “El discipulado no es algo estático, sino un continuo movimiento hacia Cristo; no es simplemente el apego a la explicitación de una doctrina, sino la experiencia de la presencia amigable, viva y operante del Señor, un permanente aprendizaje por medio de la escucha de su Palabra”, que se nos impone en las necesidades concretas de nuestros hermanos.
Francisco manifestó luego la necesidad de renovarse, así como Jesús “zarandeaba” a los doctores de la ley, “ahora también la Iglesia es “zarandeada” por el Espíritu “para que deje sus comodidades y apegos”.
“La renovación no nos debe dar miedo. La Iglesia está siempre en renovación”, afirmó, “firme y bien fundada en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia”. La renovación, agregó, “supone sacrificio y valentía, no para considerarse mejores o más pulcros, sino para responder mejor al llamado del Señor”, y advirtió que en Colombia “hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús”.
Respecto al llamado a involucrarse, Francisco recordó que “se nos pide crecer en arrojo, en un coraje evangélico que brota de saber que son muchos los que tienen hambre, hambre de Dios, hambre de dignidad, porque han sido despojados. Y, como cristianos, ayudar a que se sacien de Dios; no impedirles o prohibirles ese encuentro”.
“No podemos ser cristianos que alcen continuamente el estandarte de ‘prohibido el paso’, ni considerar que esta parcela es mía”, advirtió, y recordó que “somos simples servidores”.
”Como Pedro Claver”, señaló el Pontífice, santo que la Iglesia celebra hoy y que trabajó en Colombia durante 34 años, “que no podía permanecer indiferente ante el sufrimiento de los más desamparados y ultrajados de su época y tenía que hacer algo para aliviarlo.”
“La Iglesia en Colombia está llamada a empeñarse con mayor audacia en la formación de discípulos misioneros”, exhortó el Papa, “que saben ver, sin miopías heredadas; que examinan la realidad desde los ojos y el corazón de Jesús, y desde ahí la juzgan. Y que arriesgan, actúan, se comprometen”.
Para finalizar, el Pontífice animó al pueblo Colombiano: “Manténganse firmes y libres en Cristo, de modo que lo reflejen en todo lo que hagan; asuman con todas sus fuerzas el seguimiento de Jesús, conózcanlo, déjense convocar e instruir por Él, anúncienlo con la mayor alegría”.
“Pidamos a través de nuestra Madre, Nuestra Señora de la Candelaria, que nos acompañe… para que poniendo nuestra vida en Cristo, seamos simplemente misioneros que llevemos la luz y la alegría del Evangelio a todas las gentes”, concluyó.+
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