Mons. Martorell: El Bautismo renueva en todo nuestra vida

Mons. Martorell: El Bautismo renueva en todo nuestra vida

Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): “Así también de forma distinta pero semejante sucede con los hombres cuando recibimos en nuestras vidas el bautismo, somos ungidos por el Espíritu Santo haciéndonos nacer a la vida de Cristo, renovándose en todo nuestra vida”, expresó el obispo de Puerto Iguazú, Mons. Marcelo Martorell, al comentar el episodio evangélico del Bautismo de Jesús, a orillas del río Jordán.
“Así también de forma distinta pero semejante sucede con los hombres cuando recibimos en nuestras vidas el bautismo, somos ungidos por el Espíritu Santo haciéndonos nacer a la vida de Cristo, renovándose en todo nuestra vida”, expresó el obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, al comentar el episodio evangélico del Bautismo de Jesús, a orillas del río Jordán.

En el bautismo de Jesús, señaló el prelado misionero, se produce “una nueva epifanía, una nueva manifestación del Señor confirmando la divinidad de Jesús. Se hace presencia viva la profecía de Isaías acerca del “Siervo del Señor”, realizada por intervención directa del Cielo… se dejó oír una voz “Tú eres mi hijo muy amado en quien me complazco” realiza la profecía de Isaías de la cual hablamos “He aquí a mi siervo… mi elegido, en quien se complace mi alma. He puesto mi Espíritu sobre él” y así lo presenta Juan instantes antes de que ella se cumpla. Dios, Uno y Trino, presenta a Jesús ante los hombres, en esa maravillosa epifanía del Señor a orillas del río Jordán: El Padre hace oír su voz dando testimonio del Hijo, el Hijo es presentado en Jesús, el Espíritu Santo desciende sobre él visiblemente en forma corporal de paloma, lo que el profeta anunció veladamente encuentra toda su plenitud mesiánica en esta teofanía o manifestación de Dios. Sin embargo, y será bueno tenerlo en cuenta, ya no es ‘mi Siervo’, sino ‘mi Hijo muy amado”.

“Jesús no tiene necesidad del bautismo y por eso el rechazo de Juan en realizar con él aquel rito -prosiguió el prelado-, sin embargo Jesús insiste, “déjame obrar ahora, pues es conveniente que se cumpla toda justicia… La justicia que Jesús quiere cumplir es la aceptación perfecta de la voluntad del Padre y a este gesto humilde de Jesús que lo coloca no solo al nivel de todos, sino también al nivel de los pecadores, no teniendo ni mácula de pecado, el Padre revela al mundo su dignidad de Mesías, descendiendo en él el Espíritu Santo en forma visible, y de esto fueron testigos los que rodeaban a Jesús y los que estaban allí.”

“Así también de forma distinta pero semejante sucede con los hombres cuando recibimos en nuestras vidas el bautismo, somos ungidos por el Espíritu Santo haciéndonos nacer a la Vida de Cristo, renovándose en todo nuestra vida, limpiados de todo pecado, nacidos a una vida nueva en todo nuestro ser. Y cuando comenzamos a vivir y crecer viene el Espíritu Santo en la Confirmación, confirmando nuestra fe en Jesucristo y la Iglesia, para que podamos proclamar que Jesucristo es el Señor de la vida y de la historia, es respuesta a las angustias de nuestro tiempo y anunciarlo a todos los hermanos. Desde entonces toda nuestra vida se desarrollará bajo la fuerza del Espíritu Santo”, expresó monseñor Martorell.+

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