“Hemos venido a ver a Pedro, a estar, sentir y rezar con Pedro en la persona querida de su sucesor el papa Francisco”, expresa la carta, y aclara: “No venimos solos, en nuestros corazones están los hermanos obispos eméritos que quedaron en casa, los sacerdotes, diáconos y seminaristas, la vida consagrada y todos los fieles laicos – particularmente los jóvenes y los enfermos – de nuestras Iglesias Particulares”.
“Traemos las alegrías y las tristezas, los dolores y esperanzas de los hombres y mujeres de la Patria, sobre todo de los pobres, los débiles, los que sufren, quienes pertenecen a la Iglesia por derecho evangélico”, asegura.
“Nos acompañan espiritualmente las monjas y monjes de todos los monasterios de vida contemplativa, que están perforando el cielo con su oración”, añade. “Todos aman al Papa y, como la primera comunidad lo hacía con Pedro ‘rezan sin cesar por él’ y nosotros somos testigos”, afirma.
Además, reconoce: “Hay una nota que atraviesa esta Visita de un modo único que tiene una intensidad profundamente humana y una dimensión histórica: el Pastor Universal de la Iglesia que encontramos es el hermano y amigo querido con quien hemos ‘caminado juntos, confesado a Jesucristo y construido la Iglesia’ durante muchos años. Alegría y gracia incomparable de las sorpresas y consuelos de Dios”.
“En estos años la Iglesia y la Patria se han visto bendecidas con nuevos santos, mostrándonos que la santidad es un llamado en cualquier estado de vida, como Mama Antula, incansable mujer peregrina del Espíritu y el laico Wenceslao Pedernera mártir del Crucificado”, destaca.
Y tomándolos como referencia, asegura: “Ellos nos indican que la única respuesta que los obispos estamos llamados a dar a la Iglesia en el hoy que nos toca vivir es la de ser santos, pastores santos que viven ‘la dulce y confortadora alegría de evangelizar’. Y su intercesión nos traerá esta Gracia como fruto de esta Peregrinación”.
“Una vez más confiamos su vida y ministerio de ‘vicario del amor de Cristo’, en la feliz expresión de San Ambrosio, y primer servidor de la Iglesia y la humanidad, al corazón inmaculado de la Limpia y Pura Concepción de Nuestra Madre de Luján”, concluyeron, agradeciendo al Santo Padre “por confirmarnos en la fe y en el servicio al santo pueblo de Dios”.+
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