Tandil (Buenos Aires) (AICA): Un nutrido grupo de fieles marplatenses peregrinó al Calvario de Tandil desde distintas parroquias de la diócesis para rezar el Vía Crucis y participar de la misa celebrada por el obispo diocesano, monseñor Antonio Marino, quien exhortó a la comunidad a “salir a ofrecer la vida de Jesucristo”.
Dadas las malas condiciones meteorológicas, la meditación del camino de Jesús hacia su Pasión no se pudo realizar en el tradicional calvario de la ciudad, pero sí se rezó en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, ubicada pocos metros del paseo. Luego, monseñor Antonio Marino presidió la misa concelebrada con varios sacerdotes del clero diocesano.
En su homilía, monseñor Marino evocó la figura del cardenal Eduardo Pironio, que siendo obispo de Mar del Plata, inició la tradición de peregrinar en el quinto domingo de Cuaresma hacia la ciudad de Tandil para rezar el Vía Crucis. Después de recorrer las estaciones de la vía dolorosa celebramos la Eucaristía, que nos une como hermanos”, inició diciendo el obispo en su homilía.
“Venimos a este Calvario monumental porque los signos nos ayudan a llevar en la memoria el amor redentor de Cristo y las imágenes nos estimulan a corresponder con nuestro amor al ofrecimiento de su gracia –observó el obispo-. Al contemplar las estaciones del camino de la cruz entendemos que el camino hacia nuestra vida en plenitud es como el de Cristo”.
“Jesús dijo «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga». Pero el mensaje de Jesús no está centrado en el dolor sino en el amor. La cruz es el signo de un amor que no retrocede ante las exigencias de la verdad, de la justicia, de la paz. Cristo predicó el evangelio, que significa la buena noticia, el alegre anuncio de la salvación”, continuó monseñor Marino.
Retomando las palabras de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, del papa Francisco, el obispo animó a pedir la gracia de “salir a ofrecer a todos la vida de Jesucristo”.
“La Iglesia es un cuerpo al servicio de la misión –dijo-. Existimos para evangelizar. ¡Todos debemos ‘salir’, todos debemos ser misioneros! Cada cual desde su puesto, desde su circunstancia. Lo importante es entender que debemos salir de nosotros mismos y que Dios quiere convertir nuestro dolor y nuestros problemas en medicina y vida para nosotros y para los demás. Todos salimos por la fe, porque la fe, cuando está viva, nos conduce al amor del prójimo”.
“Junto con el papa Francisco, a todos quiero convocar a ‘salir en misión’. Nuestras ciudades tienen sus periferias geográficas, con bolsones de pobreza e indigencia. Como obispo, espero contar con la generosidad de ustedes en la campaña de alimentos organizada por Cáritas, para el próximo Jueves Santo”, expresó.
“En esas periferias, nos esperan muchos hermanos que, además de hambre de pan, tienen también mucha hambre de Evangelio. Pero no olvidamos las periferias existenciales del dolor y la enfermedad, de la droga y de la soledad, de la confusión mental y la falta de sentido de la vida. Todos podemos hacer algo, por pequeño que parezca, por ejemplo, dando tiempo como voluntarios de instituciones que trabajan en el alivio de estos males”, exhortó monseñor Marino ante la multitud de fieles.
El obispo concluyó pidiendo a la Santísima Virgen “el propósito de querer ser una Iglesia misionera, con deseos de salir a todos los caminos con el anuncio del Evangelio”.+
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