La confirmación de la nueva devastación contra el patrimonio llevada a cabo por los jihadistas llegó de fuentes oficiales del gobierno de Damasco y de la ONG Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, que si bien tiene su sede en Londres, puede contar con una densa red de informantes en el territorio sirio. Habría versiones contradictorias sobre el momento en el cual ocurrió la destrucción: para el responsable de la Antigüedad Siria la destrucción ocurrió este fin de semana, mientras que para el Observatorio los hechos se remontan a un mes atrás.
El EI tomó el control de Palmira en mayo pasado, y desde el principio se temió -como de hecho ocurrió con anterioridad en Irak- la posible destrucción del complejo arqueológico que fue nombrado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Maamoun Abdulkarim, responsable del patrimonio arqueológico en Siria, dijo que los yihadistas “emplazaron una enorme cantidad de explosivos” y luego les prendieron fuego, causando “graves daños” en la estructura. La “cella” (área interna del templo) fue “destruida” y las columnas a su alrededor “colapsaron”.
Palmira es famosa por sus ruinas griegas y romanas, y desde muy temprano se presentó como un objetivo estratégico para el EI, que hace del tráfico de bienes y antigüedades su principal fuente de ganancias.
El mes pasado los milicianos difundieron una foto en la que se asistía a la destrucción de piezas recogidas en el complejo de Palmira. Y una semana atrás los yihadistas decapitaron, en una ejecución pública, al director del mismo sitio, Khaled al Assad, quien se habría negado a revelar el lugar en el que se esconden algunas piezas y hallazgos de enorme importancia y valor.
La locura devastadora de los milicianos ya tuvo en la mira a la biblioteca de Mosul, donde se hizo una quema de miles de libros, a mezquitas musulmanas y a santuarios cristianos de tradición centenaria además del templo de Nimrud, todos ellos en Irak. Una destrucción del patrimonio arqueológico, histórico y cultural de la región que, según la directora general de la UNESCO, Irina Bokova, conforma “la más brutal y sistemática” devastación jamás registrada desde fines de la Segunda Guerra Mundial.+
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