Monseñor Gabriel Mestre presidió la santa misa y fue acompañado por el presbítero David Ochoa capellán de la Base Naval de Mar del Plata. Durante la homilía, el obispo, expresó: "Lo primero que brota de mi corazón como padre y obispo es el respeto, por el dolor que cada uno de ustedes, experimenta y ha experimentado a lo largo de este tiempo de manera diferente. A veces aparece la tristeza, o aparece la bronca, la angustia, a veces aparece ese ahogo en el pecho que no sabe cómo expresar, con un nudo en el corazón, o con profundas lágrimas".
Continuó diciendo: “No tengo palabras técnicas para satisfacer su corazón de manera inmediata, pero sí los abrazamos desde la fe. Llevar las situaciones de vida difíciles con Dios es complicado, llevarlas sin Dios es más difícil y termina siendo desesperante”. El obispo transmitió a los presentes los saludos de monseñor Olivera, obispo castrense, y concluyó: “Anímense a preguntarle a Dios, por qué y para qué. No dejen de hacerlo. No se priven de vivir esto con Dios. Con Dios aparecerá esa lucecita, aunque sea muy pequeña, pero que pueda animar el alma de cada uno de ustedes y su familia.”
Al finalizar la eucaristía, el obispo pidió a todos los familiares que acercaran las banderas que representan a sus familiares desaparecidos en el mar "con esta bendición queremos llegar hasta ellos y honrarlos como héroes". Visiblemente emocionados y movilizados, los familiares, amigos y compañeros de los 44 desaparecidos, rezaron mientras el obispo roció con agua bendita cada una de esas banderas que contenían los nombres de los submarinistas que viajaban en el ARA San Juan. Monseñor Mestre se acercó a cada familia para saludarlos, bendecirlos y acompañarlos.+
Publicar un comentario