Miembros de la Comisión Episcopal de Misiones visitaron la obra del padre Opeka en Madagascar
Los sacerdotes participaron el martes 1º de mayo de una multitudinaria misa en una cantera donde trabajan mil personas, la mayoría mujeres, que hacen ripio con martillos para ganar el salario que les permita alimentar a sus familias. La celebración, en la que participaron alrededor de seis mil personas, se enmarcó en el día del trabajo.
Los obispos también acompañaron a las comunidades locales en la celebración del sacramento de la confirmación. El domingo, en una misa en la que concurrieron diez mil personas y que fue presidida por el obispo de Antananarivo, recibieron el sacramento 195 niños. En la misa había 200 monaguillos.
Desde Akamasoa, la ciudad creada por el padre Pedro, monseñor Vicente Bokalic comentó que el sacerdote misionero se encuentra “muy bien, fortaleciéndose después de una operación de cálculos. Es fuerte e irradia vida”, manifestó el obispo de Santiago del Estero.
También destacó que el padre Pedro tiene “infinidad de obras y proyectos, un equipo fenomenal de 500 colaboradores que conjugan mística y acción. Actualmente está trabajando en muchos frentes: educación, salud, construcción de viviendas, caminos, capillas y más”.
“Especialmente el trabajo es con los más pobres salidos del basural –dijo Bokalic- estamos al lado de basurales”. Antes de culminar su estadía, también visitaron otras obras misioneras como la de las Hermanas Pobres Bonaerenses.
Akamasoa es una ciudad de Madagascar famosa por haber sido creada gracias al sacerdote Pedro Opeka, quien prometió a los habitantes más pobres y necesitados del país africano de Madagascar que les daría una vida digna. El padre Opeka empezó construyendo con sus propias manos casas para las familias pobres que vivían en los basureros. Poco a poco construyó la actual ciudad de Akamasoa con más de veinte mil habitantes con la ayuda de jóvenes de Madagascar. Akamasoa significa “Buenos amigos” en malgache. +
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