Francisco: “Dios nunca dirá ‘no’ a un corazón que lo invoca sinceramente”

Francisco: “Dios nunca dirá ‘no’ a un corazón que lo invoca sinceramente”

Ciudad del Vaticano (AICA): Continuando con su catequesis sobre los mandamientos, el papa Francisco dedicó hoy, miércoles 22 de agosto, la audiencia general al segundo mandamiento del catálogo: “No pronunciarás el nombre de Dios en vano”. El pontífice recordó a los miles de fieles que colmaban el Aula Pablo VI que “nosotros cristianos, este mandamiento nos recuerda que hemos sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y que debemos vivir nuestra vida cotidiana en comunión real con Dios, sin hipocresía, como los santos”.
En la audiencia general de este miércoles 22 de agosto, el papa Francisco continuó con su catequesis sobre los mandamientos. El pontífice centró su reflexión en el segundo mandamiento del catálogo: “No pronunciarás el nombre de Dios en vano”.

El pontífice recordó a los miles de fieles que colmaban el Aula Pablo VI que “nosotros cristianos, este mandamiento nos recuerda que hemos sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y que debemos vivir nuestra vida cotidiana en comunión real con Dios, sin hipocresía, como los santos, cuyo ejemplo de vida toca el corazón de todos y hace más creíble el anuncio de la Iglesia”.

Francisco señaló que es una invitación a no ofender el nombre de Dios y a evitar usarlo inapropiadamente”. Releyendo el texto del Éxodo el Papa explicó que la traducción: “No pronunciarás”, literalmente significa, en hebreo como en griego, “No tomarás sobre ti, no te harás cargo”. Y la expresión “en vano” es más clara, agrega el Santo Padre y significa: “sin carga, en vano”. Se refiere a un sobre vacío, a una forma sin contenido. Es la característica de la hipocresía, del formalismo y la mentira”.

“En la Biblia el nombre señala la verdad íntima de las cosas y de las personas. Con frecuencia indica la misión, así Abrahán y Simón Pedro cambian su nombre cuando reciben su nueva misión. “Conocer verdaderamente el nombre de Dios conduce a la transformación de la propia vida –precisó el Papa– desde el momento en que Moisés conoce el nombre de Dios, su historia cambia”.

En los ritos hebreos, el nombre de Dios solo es proclamado solemnemente en el Día del Gran Perdón. El pueblo es perdonado, porque a través del nombre entra en contacto con la vida de Dios mismo que es misericordia. Pronunciar el nombre de Dios quiere decir asumir su realidad, entrar en íntima relación con él”.

Pero, para hacer creíble este anuncio, el papa Francisco se pregunta: “¿es posible asumir el nombre de Dios de manera hipócrita, como una formalidad, vacía? “La respuesta, señala el obispo de Roma, es por desgracia, positiva: sí, es posible. Se puede vivir una falsa relación con Dios. Y esta Palabra del Decálogo es precisamente la invitación a una relación con Dios sin hipocresía, una relación en la que nos encomendamos a Él con todo lo que somos. En el fondo, hasta el día en que no arriesgamos nuestra existencia con el Señor, tocando con la mano que en Él se encuentra la vida, hacemos sólo teorías”.

Este es el cristianismo que toca los corazones. ¿Por qué los santos son tan capaces de tocar el corazón? Porque en los santos vemos lo que nuestro corazón desea profundamente: autenticidad, relaciones verdaderas, radicalidad. Y esto se ve también en aquellos “santos en la puerta de al lado” que son, por ejemplo, padres que dan a sus hijos el ejemplo de una vida coherente, sencilla, honesta y generosa. “Si se multiplican los cristianos que toman sobre sí el nombre de Dios sin falsedad –practicando así la primera pregunta del Padre Nuestro, afirmó el Papa, que tu nombre sea santificado– el anuncio de la Iglesia es más escuchado y más creíble”.

“En la cruz, Cristo ha llevado sobre sus espaldas nuestros nombres, también todo el mal que hay en nosotros, para poner su amor en nuestro corazón. Así en este mandamiento, subrayó el pontífice, descubrimos que vale la pena tomar con nosotros el nombre de Dios porque él nos llevó consigo hasta el final”.

“Por eso Dios proclama en este mandamiento: Tómame sobre ti, porque yo te he tomado sobre mí”. Cualquiera puede invocar el santo nombre del Señor, que es Amor fiel y misericordioso, en cualquier situación que se encuentre. Dios nunca dirá “no” a un corazón que lo invoca sinceramente”.

“En la fiesta de la Coronación de la Virgen María, concluyó Francisco, pidámosle a nuestra Madre del Cielo que nos ayude a invocar el nombre de Dios en todo momento, sabiendo que Dios nunca dejará de escuchar a quien acude a él con fe y esperanza. Que el Señor los bendiga.”

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