Mons. Buenanueva: Jesús, ¿el pan que nos alimenta?

Mons. Buenanueva: Jesús, ¿el pan que nos alimenta?

San Francisco (Córdoba) (AICA): Con el título “La incómoda pretensión de Jesús”, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió una vez más sus reflexiones sobre el Evangelio en su columna semanal en el periódico “La Voz de San Justo”.
En una nueva entrega de su columna semanal en el periódico “La Voz de San Justo”, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, reflexionó una vez más sobre el Evangelio.

En esta oportunidad se centró en el pasaje en que Jesús afirma “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”, y en la incisiva pregunta formulada luego por quienes lo oyen: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”.

“¿Cómo alguien puede tener esa pretensión de absoluto sobre la vida de los demás?”, plantea el obispo, y afirma que “lejos de quitarle fuerza, Jesús va más a fondo con su desafío: ‘Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes… Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí’”, recuerda.

“Pienso que no tenemos que edulcorar el peso de esta pretensión de Jesús sobre nuestra vida. Obviamente, para los que creemos que Él es, en Persona, el Hijo de Dios hecho hombre, esa pretensión se vuelve luminosa”, considera, pero advierte que “existe un riesgo: que demos por descontado que, aceptando como una verdad indiscutible la divinidad de Jesucristo, ya tenemos la vida asegurada”. Eso “sería una sutil autocomplacencia que nos podría llevar a un peligroso autoengaño”.

“De ahí la importancia de esa afirmación de Jesús: ‘… el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo’”, señaló monseñor Buenanueva, y considera que “la palabra ‘carne’ es clave”.

“Tenemos que reconocer la divinidad de Jesús en la carne de su existencia humana, tal como nos la muestran los Evangelios; tal como llega a nosotros en la Eucaristía que celebramos domingo tras domingo”, aseguró.

“Alimentarnos de la ‘carne’ de Jesús es mucho más que un elegante acto de culto. Es dejarnos interpelar y perturbar, una y otra vez, por el modo como Él encaró su vida humana: qué opciones hizo, qué prioridades puso, con quiénes se vinculó preferentemente, qué rechazó y qué abrazó con fuerza”, sostuvo.

“Leemos y releemos el Evangelio, participamos de la Eucaristía y nos sentimos parte de la comunidad cristiana, para que Jesús, con su Espíritu, nos ponga en crisis y nos haga pensar si y en qué medida realmente Él es el pan que nos alimenta”, planteó, y concluyó con una pregunta: “¿Lo es realmente?”.+

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